Un logotipo debo ser yo en la cabeza de la gente

Con esta sencilla frase podemos encontrar la idea de proyección trascendente -gráfica o icónica- que nuestra Hermandad ha propuesto para conmemorar un acto tan determinante para la historia de nuestra corporación como fue la Bendición de nuestra Excelsa Titular, María Santísima de la Paloma; y también, para evocar con ello, una historia que comenzara en la Parroquia de San Juan durante la centuria del s. XVII y que tiene su origen -y hasta el Presente- en el culto y la veneración al Santo Cristo de la Puente del Cedrón; hoy, Nuestro Padre Jesús.

El icono plasmado por nuestro hermano David Varea Fernández encuentra con su impronta un reconocimiento inmediato de nuestra personalidad. Una imagen reconocida y reconocible, que inscrita en un óvalo imaginario, recoge una serie de elementos -La paloma nimbada por rayos o ráfagas de luz; la cruz de San Juan o Cruz de Malta y el monograma del Ave María bajo esta cruz- que hacen de esta composición una unidad de identidad visual inconfundible.

Esta -aparentemente sencilla- secuencia vertical de elementos guarda una profunda simbología que descubre, desde el análisis iconográfico, el verdadero sentido que el logotipo quiere transmitir. Abre la composición en la parte superior el símbolo universal del Espíritu Santo, una paloma con las alas desplegadas y resguardada por un sol de fulgurantes haces de luz. La representación de la Tercera Persona del Misterio de la Santísima Trinidad nos refiere de forma directa a lo más íntimo de Dios y la personificación de su Amor y de su Fuerza.

Esta iconografía se une a través del monograma de la Virgen -las iniciales de la locución Ave María- que a través del saludo del Arcángel San Gabriel -Alégrate, llena de Gracia, el Señor está contigo- nos conduce directamente a la advocación de Nuestra Titular, La Virgen de la Paloma. El imperecedero símbolo se incorpora directamente al significado de la Santísima Virgen María, pues Ella es el símbolo más característico, personal, apropiado y hermoso del Espíritu Santo; porque Ella es la personificación de la entrega y el amor hecho persona; Y es que las tres veces llena del Espíritu de Dios: el momento de la Anunciación, el de su Inmaculada Concepción, y en Pentecostés, donde a través de su oración fue escuchada por el Espíritu Santo que descendió sobre Ella y los apóstoles; es, quien mejor puede atesorar sobre su mano, como así se presenta desde 1926, el símbolo Cristiano del Amor de Dios.

Sobre este jeroglífico mariológico se superpone la cruz de San Juan, o Cruz de Malta; El emblemático símbolo, conocido también como la cruz de ocho puntas o cruz octógona, es una referencia directa a la historia y al origen de la Cofradía de la Puente en la Parroquia de San Juan, de la que tras más de tres siglos y medio de estancia dejaría -un 28 de octubre de 1995- para trasladarse a la Capilla Propia de la Hermandad. La cruz, en este caso aparece representada en un tono aúreo que nos lleva a establecer relaciones directas con el número y la efeméride; el quincuagésimo Aniversario de su Bendición. El oro, por su fulgor, luminosidad y potencia, es símbolo de la belleza brillante, y también de la fuerza y la resistencia a cualquier tipo de deterioro, introduciendo de esta manera tan llamativa el duradero compromiso con la devoción a la Virgen de la Paloma.

Cierra la composición del logotipo la grafía o rotulación, que se ensancha en la parte inferior del motivo y sirve de base o asiento al motivo icónico a través de dos líneas que refuerzan en color azul purísima -mismo color usado en el monograma- y oro; la advocación que venera esta Hermandad, su color corporativo y la fecha y el arco cronológico que conmemoramos.

Jaime Moreno

Historiador del Arte