Autor: Juan Manuel Miñarro López (Sevilla)

Bendecida en el altar mayor de la que fuera hasta 1996 anterior Sede Canónica de esta Corporación Nazarena, la Parroquia de San Juan Bautista, el día 20 de Noviembre de 1988, Solemnidad de Cristo Rey del Universo, en una profusa ceremonia religiosa que estuvo presidida por el entonces Director Espiritual de la Hermandad, el Rvdo. Padre Don Manuel López Gámez. Desde aquel año, la Hermandad ha instituido esa fecha para celebrar su honomástica.

Advocación e Iconofrafía de “La Puente”

Singular advocación e Iconográfica de misterio representado

El nombre de Jesús de la Puente del Cedrón responde a una de las advocaciones más singulares en la Semana Santa malagueña e incluso podríamos atrevernos a decir, única en toda España.

Su misterio o “paso”, representa el momento en que, Jesús tras ser prendido en el huerto de los Olivos en Jerusalén, es conducido a casa de Anás, atravesando un torrente llamado Cedrón, que serpenteaba las murallas y el huerto. De ello da cuenta en el Nuevo Testamento el Evangelista San Juan (S.Juan, 18, 12-14). “A toda esta tropa y el tribuno y los guardias de los judíos se apoderaron de Jesús y lo ataron fuertemente conducién-dolo desde la otra parte del Torrente Cedrón, en el Monte de los Olivos, hasta la Casa de Anás, suegro de Caifás, que era Sumo Sacerdote aquellos años”.

La imagen del Cristo de la Puente, es una talla completa obra del imaginero sevillano, Juan Manuel Miñarro López, que fue bendecida el 20 de noviembre del año 1988.

La iconografía de misterio del Cristo de la Puente del Cedrón, cumple en toda su funcionalidad la catequesis plática promulgada por la Iglesia desde el Concilio de Trento. El espectador aprecia que, frente a la serenidad y sumisión de la imagen del Señor maniatado, aparece como contraste, la bravura y provocación del sayón y el romano. Por medio de esta iconografía los fieles comprenden conceptos y asumen el mensaje de la Iglesia, difundiendo devociones que llegan profunda-mente a los fieles.

A la imagen del Señor de la Puente le acompaña en el grupo de misterio dos figuras apócrifas; un sayón, conocido popularmente con el nombre de “El Berruguita” y un Roma-no, ambas realizadas en 1940 por el escultor granadino José Navas Parejo, quien a petición de la Hermandad, supo reproducir con similitud las ejecutadas por Gutiérrez de León.

Otro particularidad muy llamativa en la advocación, es el hecho de que el propio nombre del Titular de “la Puente del Cedrón” se cite empleando el artículo en femenino y no en masculino “el puente”. Contrariamente a lo que se pudiera creer, no se trata de una incorrección gramatical; la justificación del empleo de este género en femenino la encontramos en la derivación sufrida en nuestra lengua, ya que desde los orígenes de la lengua castellana y hasta finales del siglo XVII la palabra puente se escribía y pronunciaba en femenino, evidencias de ello existen en nuestra literatura de la que afamados escritores y poetas de nuestra historia así la empleaban. A pesar de la evolución habida en la propia lengua castellana, al dejarse en desuso el femenino para referirse “a la puente” y utilizarse así el masculino, la Hermandad en su título no se vio alterada por esta evolución, conservando este genero para la denominación de su advocación. Esta es la única y existencial explicación a esta curiosa forma por la que es conocido el Titular de esta Corporación.

La talla del Señor de La Puente

El 5 de agosto de 1987, la Hermandad de la Puente decide encargar a Juan Manuel Miñarro López la nueva imagen del titular de esta histórica corporación malacitana, considerada únicamente por la critica especialista como la figura más elegante de Nazareno que ha ejecutado el autor (…) que aún en el momento de su Prendimiento (…) se muestra como aquello que es: el Señor de los Señores (Díaz Vaquero).

De notable calidad artística y soberana planta, se trata de un Cristo maniatado, de enaltecida prestancia y apostura, cuya composición corporal se aparta del estatismo el predominante en la iconografía del Cristo preso, en pos de un planteamiento versátil y dinámico que postula una actitud itinerante y agresiva en el movimiento de la escultura.

Volúmenes y tensiones se contraponen en la resolución compositiva de otras zonas del cuerpo. El tronco se inclina hacia el frente por la línea de la cintura, mientras el torso gira a la derecha. La rotación de la cabeza hacia esa misma dirección acompaña el escorzo con antelación. Como sucede en toda escultura poliédrica, los ángulos de visión se multiplican al orientar los brazos hacia el lado opuesto, esto es, hacia la izquierda. Idéntica fuerza respira el modo de disponer y cruzar las manos montando la diestra sobre la izquierda con los dedos en semiflexión y crispación de los tendones extensores, en un intento de reflejar la violencia y dramatismo requeridos por la iconografía.

En la valiente cabeza de Jesús de la Puente, Miñarro sintetiza las claves estilísticas que informan su modo personal de entender la estuaria policromada y su desprecio a una fisonomía de carácter arquetípico, tan utilizada en nuestros días como patrones empleados hasta la saciedad, dando lugar a estereotipos exentos de creatividad. Su especulación intelectual no se halla reñida con la evocación y la cita al clasicismo de Juan Martínez Montañés. Esa conjunción de equilibrio, serenidad y silente patetismo origina que el semblante de esta obra se halle invadido por la frialdad y el distanciamiento propios de su renuncia a entablar diálogo directo con el espectador.

Sin embargo, no es menos cierto que también alcanza cualidades excepcionales como representación de un estado de ánimo introspectivo, melancólico y sumamente emotivo. El rostro, de carnaciones grisáceas y elegantes perfiles aristocráticos, presenta cejas finas enarcadas, nariz luenga y afilada, ojos entornados con párpados superiores muy cargados y la mirada perdida, boca entreabierta, pómulos angulosos y tímido encogimiento de la frente. De la cabellera se desprenden sendas guedejas rizadas, división seguida en la partición de la barba en dos mitades puntiagudas con característicos mechones cortos y ondulados.

La iconografía de Jesús de la Puente del Cedrón se completa con las tres potencias o haces de rayos que circundan la cabeza a modo de diadema. Sus metales, esmaltes y piedras preciosas simbolizan la Gracia, Ciencia y Potencia del personaje y su entereza a lo largo de la Pasión, por mor de sus excepcionales facultades intelectivas de Memoria, Entendimiento y Voluntad. El simbolismo de estas preseas se completa con la vestidura bordada que redundan en la exaltación mesiánica del protagonista y sus atributos heteróclitos de Profeta, Sacerdote y Rey.

Complementa la imagen del Señor de la Puente, una suntuosa túnica de terciopelo burdeos, bordada con hilos de oro y plata, ejecutada por la bordadora malagueña Teresa de Linde en 1760-1768. Se trata de la pieza de bordado más antigua que se procesiona en la Semana Santa de nuestra capital.