Patrimonio

Piezas más destacadas

Trono procesional de Jesús de la Puente del Cedrón

El trono de Nuestro Padre Jesús de la Puente es obra del tallista sevillano, Manuel Guzmán Bejarano, quien lo ejecutara en 1972, siendo procesionado por primera vez en la Semana Santa de 1973.

Esta tallado en madera dorada y policromada en oro fino; En sus esquinas figuran cuatro pequeñas esculturas que rememoran los cuatro profetas de la Pasión que Miguel Ángel pintara en la bóveda de la Capilla Sixtina; situados éstos, empezando por la parte delantera izquierda: Jeremías, Joel, Daniel e Isaías.

De unas jarras situadas en las esquinas superiores del trono parten cuatro arbotantes que iluminan al “grupo de misterio”. Otras pequeñas parejas de arbotantes, dos en cada cartela, brotan del cajillo, que proporcionan una iluminación natural al mismo.

Encima del trono y colocado paralelo al eje de este, se levanta con acertada mesura, como no queriendo llamar la atención, un puente, que evoca esta singular advocación, sobre el que se sitúan la imagen del Señor en el centro, y delante y atrás del Titular, casi en diagonal, las figuras del Sayón y el Romano, haciendo posible con esta disposición que desde cualquier punto se pueda visionar la imagen Titular.

En el cajillo del trono se hallan una serie de motivos que hacen referencia todos ellos a la historia de la Hermandad; en el frontal el Escudo Real que alude la concesión por la Reina Isabel II en el año 1866 del titulo de “Real Hermandad”, en el trasero, el escudo de Málaga, como la localidad en la que está ubicada la Corporación y en los costales, el derecho, la Cruz de San Juan, en reconocimiento a la sede donde se instituyó y en el izquierdo, un ostensorio que se relaciona con el papel que jugó la Archicofradía Sacramental de San Juan como hermandad más antigua de la Parroquia.

Las dimensiones son de 4,11 m de largo por 3,11 de ancho, para lo cual, de la mesa del trono parten seis varales, siendo portado a hombros, aproximadamente, por 180 hermanos.

Trono procesional de María Stma. de la Paloma

El trono de María Santísima de la Paloma es obra del tallista malagueño Pedro Pérez Hidalgo realizado entre los años 1954 a 1958.

El trono es de estilo barroco malagueño. En su frontal, y haciendo alusión al hermanamiento con el Excmo. Ayuntamiento de Madrid, lleva sustentado, por dos esculturas de ángeles, una reproducción del cuadro de la Virgen de la Paloma de Madrid, sobre el cual se sitúa una corona, sustentada también por dos pequeños ángeles mancebos, de la que se desprende la Cruz de San Juan, motivos ambos relacionados con la Historia de la Corporación. En los costales lleva los escudos Real, de Madrid y Málaga, custodiados por cuatro pequeñas capillas con diversas advocaciones marianas. De las esquinas supe-riores del cajillo se alzan cuatro grandes y altos arbotantes realizados por el tallista malague-ño Rafael Ruiz Liébana que sustituyeron en 1983 a los anteriores dañados en la procesión de 1978.

Doce grandes barras de plata cincelada y labra-das por el orfebre sevi-llano, Antonio Santos Campanario, sostienen el palio bordado en sus dos caras sobre tercio-pelo azul en 1957 por los talleres de Encarna-ción Benítez de El Escorial (Madrid). De las macollas del palio cuelgan doce rosarios de plata con la Cruz de San Juan.
Justo en el centro del trono, siendo esta disposición original de esta Hermandad, imitado por otras cofradías, figura sobre una peana dorada, María Santísima de la Paloma, llevando un manto de 8 metros de terciopelo azul bordado por las Reverendas Madres Adoratrices en 1956. Alumbran delante a la imagen un tren de velas de 138 cirios.

El trono de la Virgen es uno de los de mayores dimensiones de la Semana Santa malagueña; 5,10 metros de largo por 3,80 metros de ancho son sus medidas. Es portado con ocho varales aproximadamente por 270 hermanos.

Placa de Mayordomía

Es una de las insignias mas valiosas y antiguas que posee nuestra Hermandad. Aunque quizás pueda pasar algo desapercibida, en la actualidad es procesionada formando parte del estandarte de la sección del Señor de la Puente.

Se trata de una pieza realizada en plata de ley, labrada y repujada sin marca del platero que la realizó, de 40 x 31 cm. Data de 1815, según la inscripción que en su pie aparece con la siguiente leyenda: JHS / SE HIZO SIENDO MAYORDMOS / DN JOSEF DEL PINO Y DN TOMÁS RUIZ / AÑO 1815


Antiguamente, esta placa era llevada por el Hermano Mayor sobre su pecho, colgada de una cadena a su cuello, como se puede apreciar en la fotografía que la Hermandad conserva de 1870, y era símbolo de su autoridad.
Actualmente, una gemela a ésta y fechada en 1843 (aunque de calidad inferior en su modelado) es la que luce sobre su pecho el pertiguero de la sección del Señor de la Puente del Cedrón cada Miércoles Santo.

Cruz de guía

La denominación real de esta insignia es la de Cruz de guía y así se refleja en los catálogos de platería española. Sin embargo, en nuestra ciudad la jerga popular suprimió la preposición “de” llegando a nosotros el nombre de Cruz-guía a diferencia de otras poblaciones andaluzas que continúan denominándola como Cruz de guía.

Esta importante insignia, la más antigua del cortejo procesional, deriva de las cruces parroquiales que figuraban en las procesiones penitenciales en siglos pasados, en referencia al templo donde radicaba la cofradía. En palabras del Doctor en Historia del Arte, Juan Antonio Sánchez López, ya en la época medieval (siglos XIV-XV) este elemento se utilizaba para guiar el cortejo procesional, si bien, su morfología era bien distinta a la que conocemos en la actualidad. El término “la cruz que sirve de guía” a la procesión aparece registrado en varias Constituciones y Ordenanzas de las cofradías malagueñas de los siglos XVII y XVIII.

La insignia de nuestra cofradía no es de grande dimensiones, aunque si lo es en cuanto a robustez. Presenta sección circular o cilíndrica y está labrada en metal plateado, cincelado y repujado, en todo su contorno solo interrumpido por unos círculos lisos en metal sobredorado que enmarcan el crucero y los extremos de los travesaños para definirlos como remates. Se compone de un cañón vertical a modo de “stipes” de ¿? centímetros de diámetro con decoración vegetal y floral. El cañón horizontal o “patíbulum” es de las mismas características que el anterior. En los extremos subdivididos resaltan unas arandelas recortadas de las que parten las cantoneras o casquetes en metal sobredorado.

En los ángulos aparecen rayos a modo de ráfaga siguiendo el formato de potencias cristíferas, compuestos de óvalo y rayos flamígeros ondulados, siendo el del centro de mayor longitud y rematado por una estrella de ocho puntas, todo ello en metal sobredorado. En el crucero destacan dos óvalos sobre cartelas de perfiles recortados (una en cada faz) en las que figuran en el frente, el antiguo escudo de la corporación cuando tan solo estaba constituida la Hermandad de la Puente, con la corona “Real”el título otorgado por la reina Isabel II en 1866; y en el reverso, emblema utilizado por la Hermandad desde su reorganización, con la corona real, la paloma y la cruz de malta o de San Juan. Dos asas dispuestas, una a cada lado del tramo medio del stipes, complementan su descripción.

Esta significativa pieza de traza barroca, fue efectuada y proyectada en Córdoba por el artesano y orfebre Gabriel Lama Cuesta (1913-1986) en el año 1959. Esta obra es una muestra de las características de la orfebrería cordobesa, poseyendo una casi idéntica la Cofradía del Amor de la misma ciudad de la Mezquita.

Corona procesional de la Stma. Virgen

Está maravillosa pieza de orfebrería, está realizada en plata de ley sobredorada, repujada y cincelada en sus dos caras y, viene a pesar unos cuatro kilos y medio, aproximadamente. Su hechura se debe al afanado orfebre sevillano Jesús Domínguez Vázquez.

Se compone de un aro labrado, con pedrería y frisos de ornamentación vegetal, que sostiene octogonal canasto, cuyos paños se ornamentan de motivos florales y vegetales calados, centrados por cartelas sostenidas por sendas palomas, divididos por hojas que acogen perlas y rematadas en jarras con azucenas en plata. Bordeando cada parchete, un friso mixtilíneo con acantos en su parte superior. Ocho imperiales calados a dos caras, dan sustento al orbe.

La ráfaga, etérea con adornos vegetales y tallos calados, seis cabecitas de querubines alados tallados en marfil, cartelas con la Letanía lauretana y centrando el nimbo, una cartela de perfiles recortados con el anagrama de “María”. Todo su borde lo conforman grupo de rayos plisados y adornos de acantos, con doce estrellas de ocho puntas y otras doce de menor tamaño que las anteriores. Remata esta hermosa y finísima presea una airosa cruz con rubíes y pedrería.

La traza se debe al propio autor y responde al estilo barroco. Realizada en el año 1971.

Nuestra Madre, la Virgen Santísima de la Paloma, la lleva sobre sus divinas sienes en la tarde-noche del Miércoles Santo en su recorrido anual.

Esta pieza, fue bendecida por nuestro Consejero de Honor, el Rvdo. D. Manuel Gámez López, el mismo día que se bendijo la actual imagen de la Virgen de la Paloma.

ANTIGUA TÚNICA PROCESIONAL DEL SEÑOR
Innato con el espíritu retórico y persuasivo inmanente a la expresividad estética barroca, las artes plásticas, y muy especialmente el bordado, han subrayado una serie de valencias significativas y simbólicas que acompañan a la imagen sacrasigno central del aparato ritual escénico y que se regulan dentro de una serie de coordenadas humanizadoras y a la vez idealistas, ajenas a la rigurosa secuencia histórica de los hechos.

En este contexto de sublimación de la efigie procesional, hay que situar esta espléndida muestra de bordado a realce: la túnica de N.P.J. de la Puente del Cedrón. Conforma uno de los escasísimos testimonios histórico-artísticos del patrimonio malagueña, llegando hasta nosotros aunque no en su estado primigenio- en unas condiciones óptimas de conservación. El análisis histórico de esta portentosa pieza, es un tanto parcial, puesto que no suponemos de fuentes documentales directas que clarifiquen en su completitud, el proceso creativo de la obra, poseyendo tan sólo de fuentes icónicas y bibliográficas un tanto parcas en aporte de datos. Según el agustino Andrés Llordén, la fábrica del bordado se comenzó en 1760, siendo la ejecutora Teresa de la Linde (desconocemos si fue también la que diseñó el hábeas ornamental), asignándole le Corporación pagos fraccionados anuales por su manuf

actura en la túnica, la cual se dilató hasta 1768, año en que se abonaron: “…445 reales que pagaron a doña Teresa de la Linde como resto del bordado de la túnica de Jesús, de hilillo de plata y oro, con que se acabó de satisfacer el todo de lo en que se había ajustado dicho bordado”. Ascendió su coste total, incluyendo el terciopelo y lo pagado con anterioridad a la artesana, 4.361 reales de vellón y 17 maravedís. Este importante desembolso, lógicamente reflejaba el pujante poder económico que gozaba la Hermandad de la Puente. Estilísticamente. La obra ejecutada por Teresa de la Linde, participada de todo el recetario ornamental pulsado en clave barroca, aunque con atisbos rococós de enraizado gusto francés (piénsese en la Casa Real española -Borbones- , su afinidad en estilo y modas del país vecino): una túnica caudal, de exquisito y elegante diseño, y con una clara manifiesta fantasía ornamental (hojarasca turgente, ces entrelazadas, rocallas, aves con alusiones teológicas…); todo distribuido en un ritmo ondulante que infería dinamismo y viveza. Presenta puntos referenciales con otras piezas similares del siglo VIII, especialmente con la desaparecida túnica del Dulce Nombre. La prenda ornada por la citada bordadora, se proyectó para el antiguo -y a la vez desconocido- Titular de la Confraternidad, imagen que fue sustituida por otra ejecutada por Salvador Gutiérrez de León en el primer tercio del siglo XIX: esto llevaría a pensar una hipotética reforma de la túnica para adaptarla a la nueva hechura escultórica. Documentalmente ignoramos si a la largo de esta última centuria y principios de la actual, tuvieron lugar algunas reformas que alterasen sustancialmente la fisonomía visual de la pieza, aunque los numerosos pasados registrados en la última restauración, prueba que los hubo.

A mediados del presente siglo -1956- se tiene constancia textual y gráfica de una reforma llevada a cabo por el taller de las Madres Adoratrices (Málaga), y que consistió en un cambio de tejido-soporte, respetándose en gran manera el diseño anterior; no obstante, se le incorporó a la zona dorsal elementos nuevos que hacían alusión a la heráldica mariana de la Cofradía: paloma y cruz de Malta (en la postrer reforma fueron suprimidos). Posteriormente, el taller hispalense de Esperanza Elena Caro -1970-, fue el encargado de pasar a un nuevo terciopelo los bordados; en esta ocasión se modificaron determinadas zonas del conjunto (localizables sobre todo en la mitad superior), que participaban de una evidente linealidad y univocidad direccional, homogeneizando de esta manera todo el diseño en la zona de zócalo con un desarrollo en horizontal de los motivos, y reduciendo a la mínima expresión esquemas y grafismos típicos de un estilo (roleos, rocallas…), para dar paso a concepciones más movidas, y en donde la incorporación de redes romboidales de ascendencia mudéjar (sebka) era harto elocuente. Recientemente, en 1988/9, José Miguel Moreno Ruiz ha sido el bordador asignado por la propia Hermandad para llevar a cabo la más reciente remodelación y restauración de esta pieza procesional. Su labor no sólo se ha limitado en lo meramente coyuntural (nuevo tejido-soporte), sino que ha instituido cambios en la estructuración ya diseñada de aras de un mayor espíritu creador que potencie aún más la imagen tallada por Juan M. Miñarro. Barroquizantes formas ornamentales de enorme contenido plástico (distorsionadas tal vez por los numerosos pasados que acrecientan un volumen desmedido), regulan un nuevo lenguaje que si bien basa sus preceptos estéticos en una época pretérita, no desdeña la posibilidad de nuevas creaciones; ósmosis de lo histórico con lo contemporáneo, crisol de tendencias e interpretaciones artísticas bajo un mismo prisma: lo barroco como constante vital en el bordado. Ahora, se ha sustituido el formato de túnica con apéndice caudal por otra talar -uno de los condicionantes a la hora de recomponer los dibujos bordados-, alterándose sustancialmente en formato y tipología la primitiva concepción dieciochesca; es un intento por dotar una obra histórica de una connotaciones estéticas renovadas aunque todavía participen en su concepción y técnica, de la época barroca como paradigma artístico.

Túnica bordada de camarín del Señor

Se trata de una túnica bordada (para camarín o capilla) realizada en los talleres del bordador malagueño Joaquín Salcedo Canca.

La base de cualquier buen trabajo está en el dibujo y en esta ocasión para esta importante labor se confió el encargo al diseñador D. Francisco Naranjo Beltrán, licenciado en Bellas Artes, especialidad en restauración, que creó con lápices una fantástica obra, basándose en el neobarroco con motivos de ornamentación de origen vegetal.

Su estructura como greca que se organiza a partir de un periodo que se repite en una misma dirección sin solución de continuidad. A modo de ramilletes, que partiendo de una base de hojas de acanto se va desarrollando de modo ascendente hacia motivos florales inspirados en la flor de rananculus. Esta greca se cierra en su parte superior, sirviéndose de marco por una parrilla doble de corte mixtilíneo y en la inferior, por otra cinta completamente recta y fragmentada.

Los mismos detalles florales sirven para recamar el techo de la prenda pero en este caso guarda simetría a uno y otro lado de la abotonadura, en este caso se da concesión a las transparencias dejando entrelazar tallos y pétalos.

Esta obra se ha bordado sobre un terciopelo de algodón en color burdeos, utilizando hilos de oro fino de 24 kilates y gastando exclusivamente materiales de primera calidad. La obra se ha realizado en unos cuatro meses de trabajo, habiendo trabajado en ella el taller entero que lo componen 12 experimentadas bordadoras decorando en cada una de las piezas nuestro mayor cariño, esmero y sabiduría aprendida de este viejo oficio. Se han empleado todos los tipos de puntos y técnicas existentes en este complejo y difícil arte del bordado en hilo de oro: hojuelas, cartulinas y tejidos.

Dentro del tejido se han empleado los tradicionales puntos como cetillos, cetillos dobles, media onda doble, ladrillo, puntita, etc. Y otros que se han creado para tal ocasión combinando éstos para enriquecer el resultado final de la obra. La técnica de la cartulina u oro extendido va plumeada, volada, aislada y lisa.

Esta nueva prenda de ajuar para la imagen del Señor de la Puente del Cedrón, fue presentada y bendecida el día 14 de noviembre de 2008, y gentilmente donada a la Hermandad por la familia Gómez-Ago.

Ráfaga de la Virgen

Es una magnífica obra realizada por los orfebres cordobeses Guillermo Sáenz Pérez y Pedro Rodríguez Muñoz en 2009, según diseño de nuestro hermano Antonio Rodríguez.

Está ejecutada en plata de ley sobre dorada, en orfebrería tradicional hecha a mano. El trabajo realizado es una auténtica joya, ya que cuenta además en su embellecimiento con 16 agua marinas finas de gran pureza, 12 perlas austra-lianas esféricas de 10 milímetros y 2 turquesas ovales en cabujón fina.

El testimonio documental y gráfico de la historia de esta Corporación

La valiosa y diversa información que se posee sobre los orígenes e histórica de nuestra Corporación, se conserva y custodia en las dependencias de la sala de Archivo de la Casa de Hermandad, y todo ese rico patrimonio que nos ha sido legado para el conocimiento de futuras generaciones, como fuente viva de información generada a lo largo de casi cuatro siglos de vida y actividad de propia Institución, constituye el Fondo Documental del “Archivo Histórico Hermandad de la Puente”.

Afortunadamente, conscientes del valor histórico que se atesora y la necesidad de conservar adecuadamente, la Hermandad se encuentra inmersa en la creación de un ambicioso proyecto de gestión del Fondo Documental…