Esta etapa de prodigalidad y
bonanza se verá frenada con la llegada del siglo XIX, que en general
supone una de las etapas históricas más inestables para la
Hermandad, que harán que su actividad e importancia decrezca. Los
continuos conflictos políticos-sociales que atravesará la ciudad,
serán protagonista de este siglo, haciendo que muchas cofradías
desaparezcan y las que sobrevivan se limiten al culto interno
restringiendo sus salidas procesionales.
En esta primera mitad del siglo, casi toda seguridad el
acontecimiento que más impacto causó sobre la Hermandad, fue el que
supuso la invasión napoleónica de España, que en Málaga se produjo,
no con cierta resistencia en vano, en la tarde del 5 de febrero de
1810 en la que las tropas francesas entraron llenas de ira y
venganza tomando horribles represalias. Durante el periodo de
ocupación, las iglesias fueron saqueadas y el patrimonio
eclesiástico-cofrade expoliado. La consecuencia más importante para
la Cofradía de esta ocupación fue la desaparición de la primitiva
imagen del Señor de la Puente, de la que nada sabe.
Con la retirada de los franceses el 28 de agosto de 1812, la
Hermandad como primera tarea, encomienda al escultor malagueño
Salvador Gutiérrez de León "El Viejo", la talla de una nueva imagen
del Señor, así también como novedad la talla de un sayón y de un
romano, que configuran el paso de misterio que iría en el trono y
que sustituyeron definitivamente a los personajes vivientes. La
fecha exacta de su ejecución se desconoce, pero debió ser entre 1812
(año que finalizó la ocupación de la ciudad) y 1815, año este
último, en que se realizó la Placa de Mayordomía de 1815, y en la ya
que aparece representado el grupo escultórico.
Esta nueva talla del Señor fue realizada en 1812 por el escultor malagueño Salvador Gutiérrez de León,
que vino a sustituir a la anterior que fue perdida durante la invasión francesa. La Hermandad también le hizo al artista,
el encargo de la ejecución de otras dos esculturas de "sayón y romano" que acompañarían al Señor, por
primera vez en el trono.
En la fotografía la Imagen viste la
magnífica túnica de terciopelo
bordada en oro, plata y sedas,
realizada en el año 1768 por
la bordadora malagueña
Mª.Teresa de la Linde.
Esta Placa de Mayordomía, se trata de una pieza de forma ovalada
labrada en plata cincelada y repujada, y en la que se puede leer la
siguiente inscripción: "Se hizo siendo Mayordomos Don José del Pino
y Don Tomás Ruiz. Año 1815". La placa es una insignia procesional
que era costumbre que fuese llevada en la procesión por el Hermano
Mayor a modo de escapulario. Actualmente la Hermandad conserva dos
placas, una la citada de 1815 y otra de metales menos nobles, fechada en
1843, ambas procesionadas en la actualidad. En dichas
placas esta labrada la imagen del Señor sobre un puente escoltado
por un sayón que tira de él con una cuerda y la de un romano que con
la mano levantada le azota con un látigo y que retrata con gran
veracidad al grupo escultórico que realizó Gutiérrez de León y en la
que se puede apreciar en la mejilla del rostro del sayón la verruga
que el escultor quiso colocar bien visible sobre la figura, y que el
pueblo popularmente desde entonces lo denomina "El Berruguita",
escrito con "b" del castellano antiguo.
A pesar de la escasez de noticias en esos años, en 1822, siendo
Hermano Mayor Felipe Vega, la Hermandad, cumpliendo las
normativas prohibitorias de efectuar enterramientos en lugares
sacros, adquiere en el nuevo cementerio de San Miguel, aun no
terminado este en esas fechas, pues no fue inaugurado hasta
1829, unos terrenos para poder seguir dando enterramientos a los
hermanos difuntos. En dichos terrenos se construyeron doce
nichos y un panteón que fueron obrados por cuenta de la
Hermandad en la calle de Santa Ana del primer cuadro (primer
patio) del mencionado campo santo (29). Posteriormente,
con el objetivo de poder igualar la edificación con las demás,
sobre estos doce nichos se obraron cuatro más a costa del
Ayuntamiento, con lo que se completaban a un total de 16, cuyos
números constaban inscritos desde el 1.633 al 1.648 inclusive.
(30)
No obstante, aunque a partir de entonces será este emplazamiento el
nuevo lugar donde se realicen las inhumaciones de los hermanos, la
Hermandad no cerrará la antigua bóveda o cripta que poseía en el
subsuelo de la Capilla, ya que en esta se seguirán depositando los
restos de los difuntos que se encontraban en los nichos del panteón
del cementerio tras su exhumación. Hay que aclarar que, el panteón
no disponía todavía de osario, por lo que para garantizar la entrada
de nuevos difuntos en los nichos (dado que el panteón solo disponía
de dieciséis), y evitar que estos estuviesen siempre ocupados estaba
establecido que, transcurrido el plazo medio de dos años del
enterramiento de un sepultado, se le hiciera al mismo la exhumación,
sacándose del nicho los restos, siendo trasladados a la bóveda que
tenía la Hermandad en la Iglesia de San Juan donde finalmente eran
depositados, práctica que se seguirá manteniendo hasta pasado la
mitad de esta centuria.
Por razones que se desconoce, entre 1831 y 1839, la Hermandad
languideció sin que a ciencia cierta sepamos las causas. Se ha
afirmado en algunas publicaciones que la desaparición de la
Hermandad en estos años se debió a la Ley de Desamortización de
Mendizábal, también popularmente conocida como la "exclaustración".
Se trata de algo sin fundamento, pues aunque coincide en el mismo
periodo, la desamortización en Málaga afectó únicamente a las
cofradías que se encontraban radicadas en conventos o capillas
regidas por órdenes religiosas, cuyos solares fueron incautados y
subastados, en ningún caso, se conoce que afectara a las cofradías
radicadas en Parroquias, como la de San Juan, sede donde esta
Corporación estaba erigida canónicamente, y que muy al contrario, se
vio ampliada con las cofradías que fueron desalojadas de los
conventos desamortizados, como las de Azotes y Columna del convento
de San Luís El Real y la del Rescate del Conventico de los
Trinitarios Descalzos.
Posiblemente entre las razones que motivaron esta etapa de
inexistencia podrían estar las continuas convulsiones políticas que
tuvieron lugar tras la muerte del rey Fernando VII y la finalización
del régimen absolutista y la proclamación como reina de Isabel II
y entrada en el poder de los liberales, hecho que desató una guerra
civil (guerra carlista) en toda España y que en Málaga se vivirá
esta etapa en un clima de insurrección que tuvieron sumida a la
ciudad.
Este breve paréntesis producido lo corrobora un escrito fechado el 2
de Enero de 1839, por el que un grupo de devotos y antiguos hermanos
solicitan al Gobernador Provisor del Obispado de Málaga permiso para
la reorganización de la Hermandad, (31) autorización que se confirma
justo al año siguiente, celebrándose Cabildo de Elecciones el 26 de
Enero de 1840 con el cual se reorganiza de nuevo la Corporación,
celebrándose Cabildo de Elecciones el 26 de enero de 1840 en la que
quedó constituida la Junta de Gobierno, resultando electo Hermano
Mayor, Antonio de Vivar. (32) Como primer acuerdo, en cumplimiento
de lo dispuesto por el Provisor del Obispado, se procedió a redactar
nuevos Estatutos que fueron aprobados por la autoridad eclesiástica
el 15 de mayo de 1840. (33)
En lo concerniente al gobierno de la Hermandad, una de los aspectos
más notables de dichos Estatutos, será la no obligación de renovar
cada año los principales cargos, otorgando la posibilidad de ser
reelegidos cuantas veces sea necesario. Sin embargo, desde 1840
hasta el final del siglo, se prodigarán hermanos mayores y juntas de
gobiernos con mandatos muy cortos en el que se sucederán en el
desempeño del cargo 19 hermanos mayores, algunos, como los casos de
Celestino Candela Lago, Enrique Bada y Reina, Francisco de Segalerva
Linares, Juan Millán Ponce y Manuel de Valle Tosca, lo fueron en
distintos periodos, hasta en dos y tres ocasiones. (34)
El otro de los cambios más destacables que presentan esos Estatutos
de 1840, es el referido precisamente al día de salida, fijándose el
Jueves Santo por la tarde, haciendo la Estación Penitencial en la
Santa Iglesia Catedral.
Hay que recordar, como hemos mencionado en otros capítulos, que
hasta esta fecha la Cofradía hacía su salida procesional el
Miércoles Santo, junto con las demás hermandades radicadas en la
Parroquia. Esta tradición de salir en un mismo cortejo procesional
junto con otras cofradías, se seguirá conservando durante este
siglo, aunque en más de una ocasión, por la imposibilidad hacerlo
las otras cofradías, la Puente, como podremos comprobar, lo hará
sola.
No obstante, los mismos Estatutos no condicionaban a realizar la
procesión penitencial, estableciendo que esta se llevará a cabo
siempre que se dispongan de los fondos necesarios: "El Jueves Santo
por la tarde hará estación esta Hermandad de Ntro. P. Jesús a la
Santa Iglesia Catedral habiendo tomado la Junta de Gobierno con
anticipación todas las medidas y disposiciones necesarias, a fin de
que no perjudiquen los fondos de dicha Hermandad, y no habiendo
fondos suficientes del que es necesario para hacer la procesión, se
sacará a Ntro. Padre Jesús de su Camarín y se colocará delante de su
Capilla con la posible magnificencia, cuando para ello de los fondos
que haya para Jesús ningún fondo haya reservado". Como así ocurrirá
en muchos años, cuando por razones de índole económico o cuando se
sumaban las que imposibilitaban por la situación política que lo
desaconsejaban, durante los días de Semana Santa, la imagen del
Señor de la Puente, era vestido con las mayores galas y la capilla
se adornaba y decoraba con el mayor lujo posible, asistiendo los
hermanos y gran número de fieles, siendo esto una tradición habitual
entre los malagueños el ir a los templos para visitar los monumentos
y las imágenes de las cofradías cuando estas, por distintas razones,
no podían efectuar la salida procesional.
Hay que precisar que cuando se refería a no tener fondos necesarios,
no era que no hubiese dinero en las arcas de la Hermandad, sino a
que de esos fondos estaba prescrito que se debía de tener una
provisión destinada a la de dar sepultura a los hermanos; de hay la
importancia que seguía teniendo esta labor funeraria, considerándose
una obligación por encima de otras funciones, como por ejemplo la de
la procesión, desprendiéndose de ello la continuidad del carácter
mutualista de la Hermandad como actividad fundamental: "De los
fondos de esta Cofradía se separaran la cantidad de mil ochocientos
reales, que es la que se considera suficiente para cuatro entierros,
la que en ningún caso ni por ningún pretexto deberá responder ni
sufragar a otros gastos que a los de su instituto, y que siempre
existirá integra y sagrada, de tal manera, que luego que sea
necesario desmembrarla para costear los funerales de cualquier
hermano, se repongan inmediatamente con los fondos generales de la
Hermandad, a fin de que siempre se respete y cubran íntegramente;
pero si por algún accidente muy raro e imprevisto hubiere una
urgencia de tal gravedad que la Junta de Gobierno considerara
necesario tocar este fondo, tampoco podrá hacerlo por si misma, sino
que convoque inmediatamente Cabildo General extraordinario para que
resuelva, sin cuyo requisito deben mirarse como un atentado el
desmembrar este fondo, que se destina al cumplimiento exacto y
pronto de la más sagrada de todas las obligaciones, después del
culto a Ntro. Padre Jesús". (35)
Una particularidad a destacar de esta nueva etapa, será la mayor
prodigalidad de noticias sobre los cultos internos y la procesión,
frente a la ausencia absoluta que hasta esa fecha habíamos tenido.
Las primeras noticias que tenemos sobre las salidas procesionales
efectuadas en Semana Santa por la Cofradía en este siglo nos la
facilita el 22 de marzo de 1849 el diario El Avisador Malagueño con
el siguiente anuncio: "Corre el rumor de que en la próxima Semana
Santa habrá procesiones. Según tenemos entendido, la Hermandad de
Ntro. P. Jesús de la Puente, en Cabildo celebrado el lunes 19, ha
determinado sacar a esta efigie (imagen), que se venera en la
Parroquia de San Juan, y es probable que sigan su ejemplo otras
hermandades de la misma Parroquia y de otras iglesias./.
Celebraremos que así sea; con tanto más motivo, cuanto que hace
algunos años ha caído en desuso tan piadosa costumbre, y lo
contrario indica no hallarse la fe totalmente apagada. Creemos que
no se ofrecen mayores dificultades por parte de las dignas
autoridades civil y eclesiástica" (36) La noticia, aunque breve, nos
arroja una información de gran interés para saber cual era el
paisaje procesionista en la ciudad, dejándonos entrever que desde
hace algunos años, sin precisar desde cuando, no se realizaban
procesiones en Semana Santa. Es importante este dato para determinar
que durante estos años las cofradías no salieron. De todas formas,
no podemos descartar la posibilidad que entre 1840 y 1949 la
cofradía saliera algunos años a la calle, pues de 1843 es la otra
Placa de Mayordomía, una insignia procesional realizada precisamente
para tal motivo. La Placa de mayordomía es el único testimonio
iconográfico que nos ha quedado de esta época, se trata al igual que
la realizada en 1815 de una pieza de orfebrería de forma ovalada
labrada en plata cincelada y repujada, donde esta representado el
grupo escultórico del Señor y en la que consta la siguiente
inscripción: "Esta se hizo en 26 de marzo del 1843 siendo hermano en
propiedad y a su costa D. Francisco Troyano".
Pero será la Semana Santa de 1858 la que marcará el inicio del
acrecentamiento de cofradías que procesionan a sus imágenes, entre
ellas, la propia hermandad de la Puente, que después de siete años
sin hacerlo, decide salir como antiguamente acostumbraba junto a las
otras hermandades de la Parroquia formando una sola procesión: "Las
procesiones que en la noche del Jueves Santo saldrán de la Parroquia
de San Juan, la compondrán las siguientes hermandades: de Ntro. Sr.
de la Puente, de Jesús Nazareno, de la Exaltación y de Ntra. Sra. de
los Dolores".(37) En relación a esta procesión que iba a salir de
San Juan el mismo Jueves Santo, la prensa publicaba una curiosa
noticia "Se nos ha dicho que anteanoche (el Martes Santo) se trató
por algunos hermanos del Sr. de la Puente, y otras personas, de ver
como sacar en la procesión que a las seis de la tarde debe salir de
la Parroquia de San Juan; la efigie del Señor, vulgarmente conocido
por de la Polliníca, que se venera en la iglesia del Cister. Creemos
que no recayó acuerdo alguno; y suponemos que la idea no se
realizará. Si algún año se piensa en sacar a la expresada efigie
debe ser el Domingo de Ramos". (38)
Como se recordará la cofradía de la Polliníca desde 1772 se
encontraba bajo la dependencia de la Puente, llevando, según afirma
Llordén-Souvirón, desde 1831 sin ser procesiónada. Al languidecer en
esa década la hermandad de la Puente, seguramente esta cofradía
corrió la misma suerte. Tras la reorganización de la hermandad de la
Puente, y durante la década de los cincuenta se realizaron algunos
intentos para procesionarla, como el de este año, pero como nos
comenta la prensa, sin precisar las razones, no fue posible, no
haciéndolo ya en toda esta segunda mitad del siglo XIX.
A partir de ese año y durante la década de los sesenta de ese siglo
la cofradía no dejará ya de efectuar la salida procesional,
haciéndolo siempre acompañada de las otras tres cofradías de la
Parroquia: la de la Exaltación, Jesús Nazareno y los Dolores.
Conviene especificar, que el recorrido procesional utilizado por la
cofradía en estos años seguía teniendo una similitud al llevado a
cabo en siglos pasados, en cuanto se continuaba manteniendo en este
la tradicional Estación de Penitencia en la Catedral; que se
efectuaba normalmente por la puerta conocida como de las "cadenas",
aunque en algunos años la cofradía usando un privilegio otorgado por
el Cabildo Catedralicio, acedía al templo, impensable hoy en día,
por la puerta de la Encarnación (fachada principal de la Catedral
que da a la plaza del Obispo).
En otro orden de cosas, como es comprensible, la vida de la
Hermandad no solo se circunscribía a la procesión. En estos años nos
llegan noticias sobre la celebración de algunos cultos internos,
como el celebrado el 6 de agosto de 1851: "La cofradía de N. P. J.
de la Puente, que se venera en la iglesia Parroquial de S. Juan,
celebra hoy domingo la misa cantada que previenen sus Estatutos, a
las nueve y media de la mañana. Se hace presente a todos sus
cofrades y demás personas que quieran concurrir a dicha Parroquia".
(39) Desde tiempo inmemorial, el 6 de agosto, fecha en que nuestra
Iglesia conmemora la Transfiguración del Señor, era el día en que la
Hermandad celebraba la festividad del Señor de la Puente, con la
llamada Función de Estatutos. Esta función religiosa se trataba, al
igual que hoy, del principal acto de culto interno de la
Corporación, debiéndose celebrar con la máxima solemnidad posible.
Precisamente, en el año de 1861, la Junta de Gobierno que presidía
como Hermano Mayor Luís José Navarro, emprendió la restauración de
la Capilla, obra que se consideraba de "extrema necesidad",
deduciéndose que no se había llevado a cabo desde el siglo anterior.
Dicha restauración consistió en una obra considerable, a tenor de la
contratación de los trabajos realizados: albañilería, enlozado,
pintura, blanqueo y carpintería, además de complementarla con la
adquisición de una lámpara y una estera. (40)
En la segunda mitad del siglo XIX tendrán lugar dos acontecimientos
muy significativos para el futuro de esta Institución. En 1865 se
redactan y aprueban los nuevos Estatutos, que a su vez, también,
como requisito previo, fueron aprobados por la autoridad
eclesiástica el 18 de diciembre de ese mismo año e igualmente
sancionados por la Reina Isabel II el 9 de mayo de 1866. (41) Las
nuevas reglas se presentan como una reforma ampliada de los
anteriores Estatutos, mejorándolos y actualizándolos a las
necesidades de la Hermandad, siendo estos los Estatutos por los que
se regirá la Hermandad, sorprendentemente, hasta 1982.
El otro importante acontecimiento que asocia a la redacción de
nuevos Estatutos es el que se produce en 1866, cuando por Real Orden
del 31 de octubre, la Reina Isabel II, concede a la Cofradía el
Título de "Real Hermandad" con el privilegio de usar los símbolos de
la realeza, figurando a partir de entonces en el emblema de la
Corporación, la Corona y el Escudo Real.
En lo tocante al gobierno de la Hermandad, estos Estatutos
configuran una estructura más moderna, que con pequeñas variantes,
se ha mantenido hasta nuestros días. La novedad más destacable será
la ampliación del número de oficiales que compondrán la Junta de
Gobierno, y la aparición en este nuevo organigrama de nuevo cargos:
como el del Teniente de Hermano mayor, que como segundo de abordo,
tendrá el cometido de sustituir al Hermano mayor y que reemplazará
la antiguo figura del mayordomo; el del Tesorero, que se encargará
de custodiar en su poder los fondos en efectivos y, el del Contador
que tendrá el cometido de controlar y anotar los recibos de
luminarias, patentes de entrada y cualquier otra cantidad que se
ingrese, así como los libramientos que se expidan.
En este organigrama desaparece la figura del sacristán, persona que
tenía a su cargo el cuidado del adorno y culto de la Imagen, capilla
y sacristía y que ahora será asumido por uno de los dos Albaceas, el
otro, continuará llevando todo lo relativo a la administración del
Viático, los entierros y exequias. De este modo la Junta de Gobierno
quedaba configurada con los siguientes cargos: Hermano Mayor,
Teniente de Hermano Mayor, Tesorero, Contador, Secretario, dos
fiscales y cuatro vocales, los que se elegían por un periodo de un
año, pudiendo seguir siendo reelegidos sin límite de tiempo por los
hermanos reunidos en Cabildo, denominado este de presentación de
cuentas y elecciones, que debía celebrarse en uno de los domingos
del mes de mayo; tras el cual, tenía lugar el de aprobación de
cuentas y de toma de posesión, este al domingo siguiente al cabildo
de elecciones.
En lo que se refiere al culto externo cofrade por antonomasia, la
procesión, los Estatutos de 1865 abordan este asunto de forma más
amplia, arrojando una detallada información sobre aspectos de la
misma. Entre las novedades, los más llamativo de estos es que
establecen la posibilidad de poder efectuar la procesión también el
Viernes Santo: "se fijará el día de salida que será el Jueves ó
Viernes Santo, saliendo a las seis de la tarde" (42), como así
sucedió en los años 1865 y 1867.
Entre los últimos meses del año 1866 y los dos primeros de 1867, la
Junta de Gobierno presidida por Celestino Candela Lago acomete la
restauración en el antiguo panteón de la Hermandad. Obras que,
conociendo su coste, 9.243,25 reales de vellón, fueron de relevada
importancia y que gracias a la generosidad del reconocido malagueño
y hermano de cofradía, Excmo. Sr. D. Jorge Loring Oyarzabal,
pudieron llevarse a cabo. (43)
El año 1868 no será un año más. Por desgracia, como podremos
advertir, el acontecer de la Hermandad se verá de nuevo
perjudicado por el contexto político. La agitación social
existente entremezclada con los deseos de cambios serán las
claves de este nuevo periodo. Y como termómetro de ese clima social algo
enrarecido lo representará la Semana Santa de ese año, que se verá
caracterizada por la reducción en el número de cofradías que
decidirán salir a la calle. Si el año anterior posesionaron 11
cofradías, esa Semana Santa tan solo lo harán 5, entre ellas, la
Puente. (44) Así pues, y a pesar de estas adversidades, el Jueves
Santo de 1868 el Cristo de la Puente hizo su salida procesional
realizando su acostumbrado itinerario.
A raíz de esa procesión de ese año, la leyenda cuenta que la larga
duración del cortejo hizo que el pueblo malagueño lo bautizara con
el apodo de "El Callejero", dando a entender que ni las más malas
situaciones podían hacer que se quedase dentro de la Iglesia, ni
amedrentar a sus hermanos para sacar en procesión a la Sagrada
Imagen, así lo relata el erudito historiador local Narciso Díaz de
Escobar: "En el año 1868, en tiempos de revolución en que el ateismo
era gala y la demagogia pauta general, los hermanos del Cristo de la
Puente, tuvieron un gesto de noble altivez, sacando a la calle a su
procesión. Y era tal la popularidad de la sagrada efigie que todo el
pueblo de Málaga asistió al acto religioso y los que no fueron a él
se mantuvieron dentro de la más exquisita corrección". (45)
Lo cierto es, que esta leyenda que dio lugar a que el Cristo de la
Puente se le denominara con el apodo del "El Callejero", es
matizable, porque el pronunciamiento revolucionario que destronó a
la Reina Isabel II no tuvo lugar hasta septiembre de ese año 1868, y
por tanto, aunque en esa Semana Santa el ambiente estaba enrarecido,
no hubo agitación política alguna; y en segundo lugar, porque no fue
la única cofradía que optó salir a la calle. El mismo Jueves Santo
lo hicieron tres cofradías: la del Rico, que salió de Santiago para
liberar al preso; la de la Misericordia del Carmen; y la de la
Puente. (46) Si a ello le unimos que a partir de entonces la
Hermandad de la Puente no volvería a "salir a la calle" hasta 1875,
coincidiendo con la casi total ausencia de procesiones, pues la
única que lo haría será la de la Soledad de Santo Domingo, podremos
comprender esa carencia de fundamento histórico con la que narra la
leyenda.
Lo que si tiene razón de ser en esa leyenda popular, es que el
pueblo, siempre buen fedatario de los acontecimientos, quiso
denominarlo así por algunos de los motivos anteriormente expuestos:
el hecho de que la cofradía tuviese que salir ese año sin el
acompañamiento de las demás hermandades de la Parroquia; que hiciera
completo su recorrido procesional, incluida la Estación de
Penitencia en la Iglesia Catedral, (esta última solo realizada por
la Puente y la Soledad de Sto. Domingo); y que permaneciese en la
calle hasta altas horas de la noche. Razones que dieron lugar a que
el pueblo lo bautizara con ese afectivo apodo, reconociendo con
ello, una vez más, algo que caracterizaba a esta Hermandad, el de
haber sido durante ese siglo la cofradía que más veces procesionó.
Con el destrone el 28 de septiembre de 1868 de la Reina Isabel II,
el país, y de forma más radical Málaga, vivirán un periodo de
desordenes y de crispación social de diversa índole que se extenderá
durante los meses posteriores. La abdicación del Rey Amadeo de
Saboya y la proclamación de la I República, el 11 de febrero de
1873, agudizarán aún más la delicada situación política. La
República será recibida en la ciudad con algaradas, desordenes y
disturbios de todo tipo.
Llegada la restauración el 5 de febrero de 1875 de la monarquía en
la persona del Rey Alfonso XII, dará comienzo al periodo que
precisamente se denominó como el de "La Restauración", y con este,
la normalización de la vida política de la nación y por ende, la de
la Hermandad, que se traducirá principalmente en el restablecimiento
de las salidas procesionales.
De este modo, el Jueves Santo de 1875, a pesar de las inclemencias
del tiempo, la Cofradía volvió a realizar su salida procesional,
procesión que constituyó ser la única que se llevó a cabo en esa
Semana Santa. (47)
El año siguiente, el de 1876, también será recordado no solo en los
anales de esta Hermandad, sino en los de la Semana Santa malagueña,
por ser esta la última vez que se tienen noticias probada de la
entrada de una cofradía en la Santa Iglesia Catedral para hacer la
tradicional Estación de Penitencia. De dicho acto existen noticias
en la documentación capitular del Archivo Catedralicio, en la que
queda registrada la licencia concedida por el obispo D. Esteban José
Pérez a la Hermandad para hacer su entrada en la Catedral el Jueves
Santo de 1876. Será a partir de entonces cuando verificamos que
desaparecerá del itinerario procesional de esta Corporación esa muy
antigua costumbre (48)
En todos estos años, y con la excepción de 1880, hasta 1885 la
Cofradía no dejará de hacer su procesión. (49)
En 1882, bajo el mandato de Francisco Segalerva Linares, se acometen
dos reformas de importancia: La restauración de la Capilla, que
después de meses de obras, era abierta al culto la Capilla en la
Semana Santa de 1883, la cual presentaba un aspecto renovado. En la
misma figuraba un nuevo retablo, calificado entonces como de
"elegante y serio" que reemplazaba al antiguo reformado en 1776; así
como la restauración del camarín y, como estaba presupuestado, la
desaparición de la misma del altar de San Nicolás, este cerrado por
su tabique izquierdo, con lo que la Hermandad, desde entonces, no
tendría que compartir Capilla con otra Imagen. Completaban estas
obras, con una nueva verja de hierro que sustituía a la anterior.
Además de todas estas reformas llevadas a cabo en la Capilla, se
hicieron obras de embellecimiento y mejora en otras dependencias de
la Corporación como la sacristía y el sótano. (50)
El otro gran proyecto que se acometería fue el de la realización de
un nuevo panteón, consiente este en la compra por la Hermandad de
dos solares en el tercer cuadro y jardín número tres del cementerio
de San Miguel. Construcción que fue conclusa el 27 de mayo de 1883.
(51)
El nuevo panteón nada tenía que ver con el antiguo, este era de
dimensiones mucho mayores, cuya descripción queda reflejada en la
escritura notarial redactada por Miguel Molina Terán: "La fábrica
del expresado enterramiento que es de mampostería de ladrillo en
limpio y cantería de mármol con una verja de hierro por encima todo
alrededor, se compone de una bóveda o subterráneo que contiene
setenta y dos nichos de punta en orden de seis cuadros, por doce
encadenadas, con destino a inhumación de cadáveres de adultos,
conteniendo además su correspondiente osario para depósito de restos
y dos puertas para bajar al mismo, cerrando dichas puertas dos
cancelas de hierro". (52) El coste total de la construcción de este
fue de 54.996 reales de vellón, ósea, 13.749 ptas.
El anterior panteón, fue vendido por la cantidad de 35.000 reales de
vellón, a José Ramírez, hermano de la Cofradía, que actuaba en
representación de Manuel Guzmán y Rivera, otro cofrade, personaje de
la burguesía malagueña, que ayudó de manera desinteresada a la
Hermandad. (53)
La procesión de este año también se recordaría por destacados
estrenos o reformas que pudieron lucirse; en concreto, el estreno
para los nazarenos de "noventa y cinco túnicas, estas en reemplazo
de las inútiles", (54) como asimismo la que presentó el antiguo
trono del Señor, del cual no teníamos noticias desde el siglo
pasado, con "la restauración del trono y Ángeles, así como los
desperfectos de los sayones cuya obra, según se había presupuestado
en 1.200 reales de vellón", (55) restauraciones estas últimas que
pudieron ejecutarse gracias a la generosidad del hermano Manuel de
Guzmán y Ribera, que las costeó de su capital.
El mandato de Francisco Segalerva (1882-1885) fue muy fructífero,
pues además de estos importantes obras llevadas a cabo, se restauró
la imagen del Señor, y en el capitulo de procesión se había renovado
los hábitos procesionales por encontrarse en mal estado los
anteriores, confeccionándose 95 nuevas túnicas para los nazarenos, y
se había restaurado el viejo trono del Cristo, con sus
característicos ángeles, el cual no teníamos noticias desde el siglo
pasado, así como las dos figuras del grupo de misterio del trono.
(56)
Sin embargo, esta etapa de desarrollo, reformas y bienestar vivida
por esta Hermandad durante esos últimos diez años, a partir de 1885,
tendrá un receso. Internamente, la inestabilidad en el gobierno de
la Corporación será la nota predominante, sucediéndose continuas
Juntas de Gobierno encabezadas por distintos hermanos mayores que no
permanecerán más de un año en el cargo; en el plano económico, el
déficit se hará presente; y con respecto al culto externo, la
Cofradía unas veces condicionada por factores externos y en su mayor
parte, imposibilitada por su situación económica, renunciará a
efectuar la salida procesional.
No será hasta 1892, cuando se produzca un autentico vuelco del
resurgimiento procesionista en la ciudad, al verificarse hasta nueve
cofradías que efectuarían su salida procesional, entre ellas, la
Puente, que después de ocho años volvía hacerlo. La novedad estuvo
en el propio itinerario realizado, que incluyó el paso de la
cofradía por primera vez por la calle Marqués de Larios. (57) Otra
novedad en la procesión de la Hermandad de la Puente será que esta
hará su salida procesional el Jueves Santo sola, desligada, como
antaño, del resto de las cofradías de la Parroquia, quienes hicieron
su salida otro día, el Miércoles Santo.
Desde año y hasta final de siglo la Cofradía no dejará de efectuar
su salida procesional, ello, a pesar del deterioro económico y
social que se vivía.
El XIX terminó para la Hermandad siendo uno de los más complicados y
tortuoso, en la que su propia existencia se vio puesta en peligro. A
pesar de ello si analizamos la vida de las hermandades y cofradías
durante esa centuria, podemos decir que la Hermandad de la Puente
fue una de las pocas que resistió a los avatares históricos y
económicos de la época, teniendo una continuidad casi permanente,
atreviéndonos asimismo a afirmar, que fue la cofradía que más veces
procesionó.
CRÉDITOS
"BREVE HISTORIA DE LA HERMANDAD"
Extracto sobre estudio histórico realizado por Diego Hermoso
Ruiz-Vázquez
FUENTES DOCUMENTALES
(9) - A.H.P.M.: Escribanía de Cristobal Martín de Castilla, fol. 607. Año 1703.
(10) - A.H.P.M.: Escribanía de Alonso García Villafuente, fols. 336-345. Año 1705.
(11) - A.H.P.: Constituciones de 1723 y auto de aprobación de las Constituciones por el Obispo Diego de Toro y Villalobos, 24 de marzo de 1724.
(12) - A.H.P.: Solicitud formulada al Obispado por la Hermandad para la construcción de un altar
en la Capilla mayor de la Iglesia, leg. 11 de junio de 1725.
(13) - A.H.P.: Solicitud dirigida por la Hermandad al Obispado para la construcción de una bóveda de enterramientos en el subsuelo
de la Iglesia, leg. 30 de julio de 1734.
(14) - A.M.M.: Libro en que se han de llevar la cuenta por los mayordomos de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Puente
de lo que se juntare de limosna y demás gastos, 1735-1789. s/c. Véase también, LLORDEN, A. y SOUVIRON, S.: Historia
documental de las Cofradías y Hermandades de Pasión de la ciudad de Málaga, Ed. Ayuntamiento, Málaga, 1969. p. 443.
(15) - A.M.M.: Libro de Cuentas de la Hermandad, op. cit., s/c.
(16) - A.M.M.: Idem.
(17) - A.M.M.: Idem.
(18) - A.M.M.: Idem. Inventario de bienes realizado con motivo del cambio de mayordomos, año 1750.
(19) - A.M.M.: Décadas Malagueñas. Años 1756 y 1757.
(20) - A.M.M.: Idem., pagos efectuados a la bordadora Teresa de Linde
por la ejecucción de la túnica para el Cristo, 1760-1768.
(21) - A.M.M.: Idem.
(22) - A.H.P.: Solicitud de la Hermandad dirigida al Obispado para la obtención de la licencia para permutar el altar en la Iglesia
por el de San José, leg. 20 de febrero de 1761 y auto de concesión por el Provisor General del Obispado concediendo a
la Hermandad el cambio y permuta de altares solicitados, leg. 21 de feberero de 1761.
(23) - A.M.M.: Libro de Cuentas de la Hermandad, op. cit., s/c.
(24) - A.H.P.: "Cabildo"; Acuerdo de ratificación por este órgano de gobierno de la Hermandad por el que se aprueba
hacerse cargo de dicha Cofradía de la Pollinía. Ms. del 7 de junio de 1772, leg. 6-8.
(25) - A.M.M.: Libro de Cuentas de la Hermandad, op. cit., s/c.
(26) - A.M.M.: Idem.
(27) - Real Cedula de Carlos III sobre prohibición de efectuar enterramientos en el interior de los templos. Año 1781.
(Libro 1º, ley 1º, título III de la Movilísima Recopilación de las Leyes de España..., mandada formar por el Señor Don Carlos IV
(6 vols.), Imp. Real, Madrid, 1805).
(28) - Real Pragmática de Carlos III sobre abolición y revisión de hermandades de pasión y otras asociaciones piadosas:
"Resolu-ción de S. M. a consulta del Consejo de veinticinco de junio de mil setecientos ochenta y tres, sobre reforma,
extinción y respectivo arreglo de las Cofradías en las Provincias y Diócesis del Reino. Año 1786. En Madrid. En la
Imprenta de Don Pedro Marín". (Libro 9º, ley 6º, título II de la Novilísima Recopilación de las Leyes de España..., op. cit.).