La esencia y el fin principal de toda Hermandad es el culto a sus
Imágenes. Esto no es sólo una declaración de principios, sino un
hecho que debe ser incuestionado, pues, bastaría decir, para
hacernos una idea, que si una Hermandad sólo se limitase a sacar
en procesión a sus Imágenes sin darles ningún culto, éstas se
convertirían en simples fetiches cuya único fin sería el de ser
paseados, haciendo de la procesión una cabalgata más. Es por lo que
desde el Concilio de Trento la Iglesia Católica ha
fomentado el culto a las Imágenes, como un medio para llegar a
Dios y al mismo tiempo potenciar la fe y devoción de los fieles.
Nuestra Hermandad, al igual que las demás hermandades, desde sus
orígenes se constituye y es erigida por creyentes, que se
asocian en ésta para unirse y rendir culto a Dios.
Fieles a ello, la Hermandad durante su larga existencia a
mantenido una serie de cultos internos, la mayoría, establecidos y
regulados en las distintas constituciones y estatutos, de los que
hay que destacar, la celebración de la Función de Estatutos, como
culto más importante, en el que se conmemora la institución de la
Hermandad; los celebrados con motivo de la festividad de los
titulares, el día del Señor y el día de la Virgen; los realizados
en memoria de los hermanos difuntos y por último, los llevados a
cabo como precepto pascual durante el tiempo de Cuaresma. Es en
estos, los realizados durante la Cuaresma, en los que en este
artículo nos vamos a centrar.
La celebración en nuestra Hermandad de los cultos cuaresmales, tal
y como hoy la conocemos, no tiene tanta antigüedad como podríamos
imaginar. Estos se configuran a partir de la reorganización de la
Hermandad, con la celebración de los primeros ejercicios de cultos
en forma de Quinario. Hasta esa fecha, durante la Cuaresma, no se
celebraban ejercicios de cultos, solo tenían lugar la Función de
Estatutos que fue instaurada en tiempo de Cuaresma, por primera
vez, en 1926, exactamente, en la cuarta dominica de Cuaresma (el 4
Domingo de Cuaresma), para lo cual se solicitó permiso a la
Autoridad Eclesiástica y se reformaron los Estatutos, pues, hasta
entonces la Hermandad venía realizando esta Función, como así
estaba dispuesto en los Estatutos de 1685, el día 6 de Agosto,
fecha en que la Iglesia conmemora la Transfiguración del Señor y
asimismo esta Corporación celebraba la festividad del Cristo de la
Puente.
Igualmente, estaba dispuesto, que esta Función de Estatutos
estuviese precedida de una Misa de Comunión General, que se
realizaba a las primeras horas del día, las 8 o las 9 de la
mañana. Después, y con un intervalo de tiempo, tenía lugar, dicha
Función. Para tal ocasión, y con algunas excepciones, las Imágenes
eran trasladan al Altar Mayor del templo, que era exornado con
flores y cera, revistiéndose este Altar de las mejores galas.
Así, el primer intento de realizar unos ejercicios completos de
cultos fue en 1942 precisamente con motivo de la Cuaresma, aunque
estos no se llevaron a cabo por celebrarse en estas fechas las
Santas Misiones programadas por el Obispo. De este modo y ante tal
acontecimiento, ese año solo tuvo lugar una Misa de Comunión
General, a las 8 de la mañana, y a las 11, la Solemne Función de
Estatutos.
Fue finalmente en 1943 durante los días del 24 al 28 de Marzo,
cuando se celebró el primer Quinario en la historia de la
Hermandad, eso es, cinco días cuya predicación corrió a cargo de
Iltre. D. Teodoro Molina Escribano, dignidad de Chantre de la
Iglesia Catedral quien durante estos días desarrolló una plásticas
elocuentísimas que mantuvieron atentos a todos los fieles. Estos
cultos comenzaron todos los días a las 7,30 de la tarde con la
exposición de Su Divina Majestad, Santo Rosario, Letanía cantada,
ejercicio de Quinario, sermón, Bendición solemne, terminando con
una Salve a María Santísima. El Quinario finalizó el Domingo con
la celebración a las 8 de la mañana de una Misa de Comunión
General y luego a las 11 la tradicional y solemne Función de
Estatutos que fue oficiada por el mismo orador. A la inauguración
del Quinario asistió el Obispo, Dr. Balbino Santos Olivera quien
tuvo frases encomiosas para esta Hermandad.
Los siguientes años de 1944 y 1945, se siguió realizando el
Quinario cuya predicación correrá también a cargo de D. Teodoro
Molina.
En la Cuaresma de 1946, se acuerda suprimir el Quinario que sé
venia realizando, para destinar sus gastos a dar una comida a los
más necesitados de la feligresía, celebrándose únicamente la Misa
de Comunión General.
Nuevamente en 1947 se vuelven a reanudar los ejercicios de cultos
con la celebración del Quinario, que debido a las obras que se
venían efectuando en la capilla del Señor, se improvisó un altar
donde las Imágenes fueron colocadas en un armazón formado
con las cabezas de varales del trono de la Virgen.
Ante el fallecimiento acaecido de D. Teodoro Molina, predica en este el
canónigo, D. Emilio Benavent Escuin, quien fuese más tarde Obispo
de la Diócesis.
Para 1948 se hacen gestiones para traer como predicador a D. José
Campos, párroco de Igualeja, y sacerdote que tuvo señalados éxitos
en los cultos realizados por otras cofradías, pero debido a sus
compromisos, se buscará al primer predicador proveniente de otra
diócesis, el jesuita de la Compañía de Córdoba, padre Trenas
López, que sorprendió a todos por la elocuencia en su oratoria y
las referencias a labor de nuestra Cofradía. El último día de este
Quinario asistió el nuevo Obispo, D. Ángel Herrera Oria, que
concelebró la Misa de Comunión General, dirigiendo una breve pero
magnífica plática a los concurrentes, a quienes dio también su
Bendición.
Los cultos cuaresmales de 1949 se presentara con dificultades,
pues en un principio estaba previsto que estos tuvieran lugar el 8
de Febrero con la inauguración de la capilla del Señor, pero
debido a la imposibilidad de que para esa fecha estuviesen
concluidas las obras, se acuerda celebrar el Quinario la semana
coincidente con el 4 domingo de Cuaresma. Pero de nuevo en Junta,
convocada a tal efecto, el Albacea de Cultos, Miguel Hermoso
Bermúdez, informa, tras haberse reunido con el Párroco, la
imposibilidad de celebrar el Quinario previsto; en primer lugar,
porque esos días tienen lugar los ejercicios espirituales que da
el Obispo, y en segundo lugar, por no haber fechas disponibles, ya
que los demás días están cogidos por las Cofradías Fusionadas para
celebrar sus cultos, quedando disponibles solo los días del 14 al
19 de Marzo. De este modo en la Cuaresma de 1949 se llevó a cabo
en vez de un Quinario, un Triduo que finalizaron con un cuarto
día, el Domingo 19, con la Misa de Comunión General. La otra
cuestión pendiente era la de verificar quien iba a ser el
predicador, pues a esas alturas, casi todos los predicadores
estaban comprometidos. Después de hacer gestiones con varios
predicadores, ocupará la Sagrada Cátedra el padre Lorenzo, de la
Orden de los Carmelitas Descalzos.
En 1950 tienen lugar en Málaga las Santas Misiones, actos
organizados por el Obispo que movilizaron a casi toda la ciudad y
en la que nuestra Hermandad participó activamente, montando en el
garaje de la calle Casas de Campos un centro misional y
procesionando a las Imágenes en un emotivo Vía Crucis. Debido a la
proximidad en fechas de estas celebraciones a la Cuaresma, y a los
gastos ocasionados con este motivo, ese año se suprimen los cultos
cuaresmales.
La década de los cincuenta supondrán una etapa de esplendor y
consolidación en la realización de los cultos cuaresmales. Así de
nuevo, en 1951, se reanuda la celebración del Quinario, con no
solo los cinco días propios, sino la de un sexto día, en la que
tendrá lugar la Solemne Función de Estatutos. La Cátedra Sagrada
corrió a cargo de D. Sebastián Balaguer, Capellán del Hospital
Militar y la Misa de Estatutos fue oficiada por D.Sebastián
Carrasco Jiménez, Vicario General de la Diócesis y Hermano Mayor
Honorario. Como se puede apreciar, al celebrar la Función de
Estatutos fuera de los días propiamente consagrados para el
Quinario, aumentando con ello un día más los cultos, a partir de
ese año y durante las décadas de los cincuenta y sesenta serán
seis los días de culto, todo un récord.
Al año siguiente, los gastos ocasionados por las reformas y
estrenos procesionales, harán que la Junta de Gobierno decida no
realizar el Quinario en 1952, teniendo lugar solamente la Función
de Estatutos, que se celebró curiosamente en la mañana del Domingo
de Ramos, que ofició D. Francisco Carrillo Rubio, Magistral de la
Catedral.
En los sucesivos años de 1953 a 1956 se seguirán efectuando los
quinarios que tendrán como denominador común la celebración de
unos ejercicios de cultos que se realizan en el Altar Mayor y la
predicación como era costumbre en la época desde el púlpito, para
una vez concluidos proceder al besapiés de la Imagen del Señor y
al besamano a la Virgen, que permanecerán ambos en sus Capillas.
Para tal ocasión, se engalanaba el templo y las Capillas se
exornaban de flores y cera. «El templo presentaba un magnífico
aspecto y más aún las capillas del Señor y de la Virgen, que
merecieron unánimes elogios « (SUR, 14-3-1954) De este modo, en
1953, predicó los cultos D. Filomeno Peinador Navarro, misionero
del corazón de María de la Residencia de Málaga, quien igualmente
ofició la Función de Estatutos; en 1954, predicó D. Alfonso Gómez
Serrano, Coadjutor de la Parroquia de San Pablo que contó con el
acompañamiento musical de la coral de los «Luises», oficiando
también la Función; en 1955, predicó D. Francisco Carrillo Rubio,
que como novedad ese año los monaguillos estrenaron en los cultos
cuatro albas de raso con roquete y capillo, actuando al igual que
el pasado año la misma coral. Aunque en 1956 los deseos de la
Junta era buscar para la predicación a alguien de otra diócesis,
no pudo ser, y predicó de nuevo brillantemente, como era propio de
él, D. Francisco Carrillo.
Al llegar a 1957, hay que hacer un alto, para destacar, el éxito,
sin precedentes, alcanzado por la Hermandad con el Quinario
realizado. Un Quinario que presentó un impresionante Altar Mayor,
que estaba presidido por la Imagen de nuestra Virgen, y cuya
predicación corrió a cargo del popularmente conocido padre
Venancio Marcos, que la prensa se encargó de relatar de esta
forma: «En la Iglesia de San Juan se celebra con singular
esplendor el quinario en honor de sus Titulares. El éxito de
público ha superado todo lo previsto, hasta tal punto, que gran
número de personas tuvieron que quedarse en la calle ante la
imposibilidad de entrar al templo. Dichos cultos esta siendo
retransmitidos en directo a través de las antenas de Radio
Juventud, para que cuantos lo deseen puedan escuchar la palabra
del padre Venancio Marcos, que anoche, una vez más, cautivó al
auditorio» (LA TARDE, 23/03/1957).
Como anécdota, comentar que dada la expectación levantada en estos
cultos, la Hermandad tuvo que cobrar a una peseta la
silla. El Quinario de 1957supuso en todos sus
aspectos un antes y después en la evolución futura de la
realización de los cultos generales de la Hermandad.
Esta continuidad en la celebración de los quinarios se vio interrumpida
en 1958, al acordar la Junta de Gobierno, que debido a los gastos
ocasionados por la realización del trono y palio de la Virgen, estos
sean sustituidos por la celebración únicamente de la Función de
Estatutos, que ofició nuestro Consejero de Honor, D. Francisco Carrillo.
En 1959 se reanudan los ejercicios de cultos cuaresmales con la
celebración del tradicional Quinario, que en ese año predicará D.Gabriel
Hernández Bautista, párroco de Ntra. Sra. de Fátima, concluyendo con la
Función de Estatutos oficiada por D. Sebastián Carrasco, Prelado
Domestico de Su Santidad y Deán de la Catedral. El último día de
Quinario, terminado el Sermón, el padre Serna S.J. que asistió a los
cultos en unión de una representación de los alumnos del I.C.E.T.,
hermanos de la Cofradía, dio la bendición con el Santísimo a los fieles
y finalmente entonó una salve a la Virgen. Al igual que en el año de
1957, la Virgen presidió el Altar Mayor en el que se levantó un
magnífico altar colocándose en este la novedad como dosel el techo y
bambalina del palio de la Virgen. A estos cultos asistió todos los días
el Gobernador Civil y Hermano Mayor Honorario, D. José García
Rodríguez-Acosta, quien acompañado de su familia ofreció a su recién
nacida hija a la Virgen.
La Cuaresma de 1960 y 1961 tendrán como mismo predicador a D. Marcial
Moreno Seguí. Estos años se adornará el Altar Mayor y nave central de la
Parroquia pero los Titulares permanecerán en sus respectivas capillas,
que fueron adornadas profusamente con flores y cera.
Como era costumbre, estos cultos comenzaron
a las 8 de la mañana con una misa en la Capilla del Cristo para
proseguir a la 8 de la tarde, con los ejercicios propios de Quinario,
concluyendo con Salve a la Virgen y besapiés al Cristo. En ambos años
los cultos terminaron en Domingo con Misa de Comunión General a primeras
horas de la mañana y después con la Función de Estatutos que fueron
oficiadas en 1960 por D. José Carrasco Panal, párroco de la Iglesia de
San Juan; y en 1961 por D. Francisco Carrillo. Relatar que al finalizar
los cultos de 1960, la Hermandad quiso clausurar estos con una obra de
caridad, ofrecido un suculento almuerzo a las niñas de las escuelas
parroquiales de San Juan.
El Quinario de 1962 es otro que merece
sobremanera resaltar. Para la ocasión se monto sobre el mismo
presbiterio otro magnífico altar, quizás este de mayores proporciones y
elegancia que el de 1957, al encontrarse el presbiterio y Altar Mayor de
la Parroquia exornado majestuosamente con enseres procesionales. (Ver,
comentario foto Quinario 1962). La Cátedra Sagrada fue realizada por D.
Manuel Gámez López, nuestro actual Consejero de Honor, que será la
primera vez que predicó unos ejercicios de cultos para la Hermandad.
En 1963 también se llevará a cabo el
Quinario, aunque debido al mal estado en que se encuentra el templo, se
opta finalmente porque este se realice, pero permaneciendo las imágenes
en sus Capillas. La predicación corrió a cargo del párroco de la aldea
del Morche, Rvdo. padre Aguilar.
1964 será el último año en que la Hermandad
celebrará los ejercicios de cultos cuaresmales, pues hasta once años
después no volverá a realizarse este tipo de cultos. Así fue, en 1964 se
realizó el último Quinario que ha celebrado la Hermandad, cuyo
predicador fue de nuevo, D. Manuel Gámez, finalizando estos, el Domingo
con la Función de Estatutos, oficiada por D. Francisco Carrillo.
Entre 1965 y 1974, la Hermandad celebrará
únicamente durante la Cuaresma como precepto pascual, la Función de
Estatutos, que estuvieron oficiadas primeramente, por D. Francisco
Carrillo hasta su fallecimiento en 1971 y posteriormente por D. Manuel
Gámez.
La excepción de esa década la constituyen
los años de 1975 y 1976. En el primer año, 1975, se recupera la
celebración de los ejercicios de cultos cuaresmales con la realización
de un solemne Triduo (tres día), que durante los dos primeros la Cátedra
Sagrada corrió a cargo de D. Manuel Gámez, actuando la Coral Santa María
de la Victoria. Curiosamente este año este terminaría en Sábado y no en
Domingo como era costumbre, en la que tuvo lugar una Misa cantada de
estilo flamenco que ofició el Canónigo de la Catedral, D. Miguel Rojo
Barranco y que la prensa así dio cuenta: «Un grupo de hermanos dirigidos
por su Hermano Mayor, don Francisco Hermoso, han llevado a cabo un
magnífico montaje del altar mayor donde se venera ahora y con motivo de
estos cultos, la Virgen de la Paloma. Todo él exorno y ornamentación
constituyen una verdadera muestra de arte y buen gusto, que,
merecidamente, llama la atención. Cuantos acuden a San Juan quedan
sorprendidos de esta obra cofradiera... La Iglesia presentaba un aspecto
deslumbrante, resultando insuficiente para dar cabida a la enorme
cantidad de público, cofrades y representaciones que asistieron». (SOL
DE ESPAÑA, 7/10-3-1975). (Ver comentario foto Triduo 1975).
Al siguiente año, 1976, se vuelve realizar
el Triduo, presidiendo de nuevo en el Altar Mayor cubierto con un dosel
de color rojo, la Imagen de la Virgen. Como novedad este año el triduo
fue predicado, cada día, por un sacerdote. El 1º día lo hizo el Obispo,
D. Ramón Buxarráis Ventura, primer Prelado que desde la reorganización
viene a predicar unos ejercicios de cultos, predicación que tuvo un
marcado acento social. Debemos resaltar la importancia de la presencia
de D. Ramón y el momento en el que vino a predicar, cuando las
relaciones entre el Palacio Episcopal y las cofradías no pasaban por el
mejor momento y en un contexto político-social difícil para España;
hacía apenas solo tres meses que había fallecido el anterior Jefe del
Estado y existía un clima de justificada inquietud.
Los siguientes días del Triduo corrieron a
cargo de D. Manuel Gámez y de D. Amalio Horrillo, párroco y Director
Espiritual de la Hermandad. Como se verá esta formula de cada día, un
predicador, será utilizada con frecuencia durante la década de los
ochenta y noventa.
Con la inauguración el 1 de Noviembre de
1980 de la nueva Capilla para la Virgen en la iglesia de San Juan, la
Hermandad acuerda cambiar en adelante la fecha de conmemoración de la
festividad de María Stma. de la Paloma trasladándola del 15 de Agosto al
2 de Febrero. Para darle más realce a esta festividad, se organizan
algunos actos como la presentación de los niños y la celebración de un
Triduo a la Virgen. La realización durante algunos años (1981-1985) de
este triduo, fue un inconveniente para la realización de los cultos
cuaresmales, que debido a la proximidad de este con el comienzo de la
Cuaresma, hizo desistir a la Hermandad de celebrar dos cultos (los
dedicados a la Virgen y el de Cuaresma) en tan poco espacio de tiempo.
(Libro de Actas de Juntas, 1984).
A finales de 1985, se puso de manifiesto la
necesidad de recuperar los tradicionales cultos cuaresmales, eso sí, con
el esplendor acostumbrado por esta Hermandad. Para ello se hicieron
gestiones para traer como predicador, nada más y nada menos, que al
Arzobispo de la Diócesis de Sevilla, Monseñor Carlos Amigo Vallejo,
desplazándose una comisión integrada por el Hermano Mayor, Teniente
Hermano Mayor y Secretario a Sevilla. Tras contactar y viendo lo
adelantadas que se encontraban las fechas, no pudo confirmar su
presencia (Ver, Archivador Año 1985, Sección Cultos), por lo que lo que
se decidió visitar al párroco de San Isidoro de Sevilla, D. José Luis
Peinado Merchante, Pregonero de la Semana Santa de 1985 de esa ciudad
con el fin de hacerle compromiso para oficiar los cultos cuaresmales,
aceptando la invitación.
Así pues, fue en 1986 cuando se acordó
suspender el Triduo de la Virgen y trasladar este a la Cuaresma para
celebrar en su lugar los tradicionales cultos cuaresmales, con el que se
recuperará definitivamente estos, no en la forma de Quinario como
antiguamente, sino como Triduo, concluyendo siempre con un cuarto día,
que a diferencia de como era preceptivo, se sustituye la tradicional
Función de Estatutos para celebrar en su lugar la Función Principal de
Instituto, acto cuya finalidad era la misma que la de Función de
Estatutos, pero cuyo origen tiene lugar en los cultos de las hermandades
de Sevilla. Este tipo de celebración cuaresmal será la que se llevará a
cabo hará hasta mis días. De esta forma en 1986, tuvo lugar un solemne
Triduo cuya Cátedra Sagrada estuvo ocupada por D. José Luis Peinado
Merchante, que sorprendió a todos por su verbo fácil y gran elocuencia.
La parte musical fue llevada por la Coral Santa María de la Victoria,
dirigida magistralmente como le es propio, de nuestro Consejero de
Honor, D. Manuel Gámez. Igualmente sé a de mencionar el conjunto que
presentaba él exorno del Altar Mayor, con una construcción y estilo de
cierta influencia sevillanista. La novedad la pusieron la presencia de
un grupo de acólitos vestidos con dalmáticas portando ciriales, los
cuales eran dirigidos por la figura del Pertiguero, cuya actuación,
teniendo en cuenta la novedad de la misma, revistió dicha celebración de
gran solemnidad, siendo muy comentada en el mundo cofrade.
De ese lustro, destacar sin duda alguna, el
triduo de 1987, realizado coincidentemente con la celebración de los 350
años de historia de la Hermandad. Para tal ocasión se configuró un
enorme altar que ocupaba gran parte del presbiterio sobre las cuales
figuraban juntas por primera vez las dos Imágenes Titulares, acompañadas
también por primera vez, de la figura de un San Juan, cedido por la
Hermandad del Calvario. (Ver comentario foto Triduo 1987). La
predicación al igual que el año anterior, que fue del agrado de todos,
recayó de nuevo en D. José Luis Peinado Merchante.
Los siguientes años se prosiguieron
levantando sobre el presbiterio del Altar Mayor de la Parroquia efímeros
altares sobre los cuales presidió a partir de entonces la nueva y actual
imagen del Señor de la Puente. No menos fueron los predicadores que
ocuparon la Cátedra Sagrada: en 1988, se empleo la formula ya utilizada
en 1976 de un predicador para cada uno de los días de triduo: el 1º D.
José Mª Ortega Muñoz, el 2º D. Amalio Horrillo Coronil y el 3º D.
Francisco Castro. Como se puede comprobar se quiso que para este triduo
predicaran los últimos párrocos en vida; en 1989 la hermandad de nuevo y
al igual que en 1986-87 apostó por traer para realizar la predicación a
alguien de fuera de la Diócesis, en esta ocasión al padre Fray Ricardo
de Córdoba, Franciscano-Guardián del Convento del Santo Ángel de
Córdoba, cofrade donde lo haya, que gustó por su profunda expresividad
que cautivó a todos; en 1990 se buscó al Canónigo D. Vitoriano Planas
López.
A partir de 1991 la celebración de estos
cultos va a sufrir alguna variante, al no realizarse ya en el Altar
Mayor. Las obras llevadas a cabo en el retablo y presbiterio del templo,
la prohibición hecha por el párroco para que se monten altares sobre el
mismo, serán los condicionantes de este cambio que tendrán como nuevo
escenario, la Capilla de la Virgen, que dado su emplazamiento
presidiendo una de las naves del templo será más apropiada que la del
Cristo para llevar a cabo este tipo de cultos, en la cual figurará,
durante el primer lustro de esa última década del siglo; un montaje de
altar de construcción y composición similar a los pasados, aunque, por
el espacio de la misma, de dimensiones más reducidas al tenerse que
limitar a la propia Capilla. Así pues, en 1991 se trasladó la imagen del
Señor a la Capilla de Virgen y viceversa, y aprovechando el escenario de
la capilla se colocó delante del retablo, el dosel utilizado desde la
bendición de la nueva imagen del Señor, y la mesa de altar se cubrió con
un frontal de los faldones del trono del Señor. La Virgen, en la capilla
del Señor, fue vestida de hebrea. La Sagrada Cátedra tuvo como titular a
D. Francisco García Mota, primera vez que nuestro actual Director
Espiritual (entonces no lo era) predica unos ejercicios de cultos
completos a la Hermandad.
Para el Triduo de 1992 se cubrió en su
totalidad el retablo de la Capilla, con un cortinaje color rojo,
figurando delante, el mismo dosel y altar del año anterior, desde el que
volvió a presidir la imagen del Señor de la Puente, todo un conjunto
cuya característica principal fue el cambio sustancial que presentó la
Capilla, al estar oculto el retablo. La predicación de estos cultos
corrió a cargo de D. Manuel Gámez.
Los siguientes años de 1993 y 1994 se
siguió continuando montando en la capilla el mismo altar, quizás lo más
destacable de cada uno de esos años fue el estreno en el Triduo de 1993
de la nueva túnica de tergal color púrpura, que favoreció mucho la
imagen del Señor con el tiempo de recogimiento y penitencia de la
Cuaresma; y del Triduo de 1994, la mejora de la ornamentación del altar
y del dosel, al que se le incorporó unas pirindolas doradas y el escudo
de la Hermandad en la cornisa a modo de crestería, tal y como hasta
últimos triduos se ha presentado. En los citados años tuvieron como
predicadores en 1993 a D. Francisco García Mota, ya como Director
Espiritual, y en 1994 se utilizó la formula, ya empleada, de un
predicador para cada día de Triduo, que fueron respectivamente, D.
Manuel Gámez, D. Francisco Castro y D. Francisco García Mota.
El último año de permanencia de la
Hermandad en la Iglesia Parroquial de San Juan, 1995, se varió
consustancialmente instalándose un dosel color rojo que albergaba todo
el fondo de la Capilla, en la que se colocaron, al igual que ya se hizo
en el triduo de 1987, las imágenes Titulares y un San Juan, esta vez
cedido por la Hermandad de la Polliníca.
En Octubre de 1995 se produce el cambio de
sede canónica. La consagración del nuevo templo en la plaza de San
Francisco, como sede propia de la Hermandad, supone un cambio en lo que
se refiere a la organización de los cultos, porque si bien, estos
efímeros altares por el espacio de la misma ya no tendrán la amplitud
que albergaba el Altar Mayor de la iglesia de San Juan, su propia
organización no estará supeditada a los cultos o agenda de la parroquia.
De este modo, los primeros ejercicios de
cultos que se efectuaron en la actual Capilla, no fueron con motivo de
la Cuaresma, sino en Febrero de 1996 convocado en conmemoración de los
actos del 25 aniversario de la bendición de la Virgen. Al mes siguiente,
se llevó a cabo el correspondiente Triduo de Cuaresma, si esta ya, el
primero celebrado en la nueva sede, cuya Sagrada Cátedra corrió a cargo
el 1º día, del padre dominico, D. Agustín Turrado y los posteriores
días, por el Director Espiritual D. Francisco García Mota, quién también
ofició la Función Principal de Instituto. El Altar fue el mismo
utilizado para el Triduo celebrado en conmemoración del 25º aniversario
de la bendición de la Virgen, que permaneció expuesto, con la excepción
del techo del palio de la Virgen usado como dosel, que fue cambiado por
el dosel portátil utilizado en cultos anteriores. Arriba se alzaba la
imagen del Señor de la Puente, que fue la primera vez que presidió en el
Altar Mayor, y ocupando el Altar en el que ordinariamente recibe culto
el Cristo, la imagen de la Virgen. (Ver foto y comentario en esta
página). A partir de entonces y hasta la fecha esta será la ubicación
que tendrán los Titulares durante estos cultos, siendo la imagen del
Señor la que presidirá todos lo cultos cuaresmales.
El año 1997 la Junta de Gobierno optó por repetir,
trayendo para la predicación de los cultos de ese año, al fraile-cofrade, Fray
Ricardo de Córdoba, quien ya predicó en el Triduo de 1989 y que al igual que
aquel año volvió con su don de palabra a ganar la voluntad de todos. Para estos
cultos, sobre el Presbiterio fue montado un efímero altar en el que se añadieron
gradas y pedestales revestidos de terciopelo color burdeos, adornados con
candeleros y ánforas sobre el que volvía a lucir el tradicional dosel empleado
para estas funciones litúrgicas.
Este conjunto de altar con las razonables
variaciones en la ornamentación de cirios y flores, será el mismo montaje
utilizado durante estos últimos cinco años. Con respecto a los predicadores,
destacar que con las excepciones del año 2000, en que predicó, el párroco de la
iglesia de los Dolores y San Álvaro del Puerto de la Torre, don Alejandro
Escobar Morcillo, y del primer día de Triduo del año 2001 en que se pudo contar
con la presencia del Vicario General, D. Francisco Parrilla; todos los demás
años: 1998, 1999, 2001 y 2002 la predicación estuvieron a cargo de nuestro
actual Director Espiritual, D. Francisco García Mota.
Estos han sido los cultos cuaresmales celebrados
desde 1943 por esta Hermandad. Un total de 17 quinarios y 19 triduos, en los que
ocuparon la Sagrada Cátedra 27 predicadores, alguno de ellos, muy recordados por
su oratoria y elocuencia que supieron ganarse dirigirse al ámbito cofrade.
También contamos con algún Prelado que vino a predicar como el Obispo, D. Ramón
Buxarráis, algo que si bien es normal en otras Diócesis, y con la asistencia de
los obispos D. Balbinos Santos y de D. Ángel Herrera, cuya presencia fue muy
esperada.
Para estos cultos, la Hermandad además de haber
tenido a gala el contar en su nómina con buenos predicadores, siempre prestó una
especial atención para que en estos cultos las Imágenes estuvieran lo mejor
ornamentadas y exornadas, montando grandes altares para rendirles el mejor de
los cultos.
El montaje de estos alteres, ha sido desde tiempos
inmemorables una forma propia en que las hermandades y cofradías han tenido de
tributar y escenificar el culto interno a sus imágenes.
Por eso, cuando desde determinados sectores de
nuestra Iglesia se cuestiona la utilidad de estos montajes, debemos recordar que
con estos efímeros e impresionantes altares revestidos de las mejores galas;
doseles, pedestales, enseres de culto y procesión, etc., las hermandades han
intentado e intenta atraer y llamar la atención de los hermanos y fieles,
contribuyendo con ello a otra catequesis plática de la que nuestras
corporaciones nazarenas a lo largo de su dilatada historia tanto han sabido
hacer.