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Los Cultos
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Evolución histórica

Extraído del trabajo de investigación realizado por Diego Hermoso Ruiz-Vázquez
 y publicado en el Boletín informativo de la Hermandad


La esencia y el fin principal de toda Hermandad es el culto a sus Imágenes. Esto no es sólo una declaración de principios, sino un hecho que debe ser incuestionado, pues, bastaría decir, para hacernos una idea, que si una Hermandad sólo se limitase a sacar en procesión a sus Imágenes sin darles ningún culto, éstas se convertirían en simples fetiches cuya único fin sería el de ser paseados, haciendo de la procesión una cabalgata más. Es por lo que desde el Concilio de Trento la Iglesia Católica ha fomentado el culto a las Imágenes, como un medio para llegar a Dios y al mismo tiempo potenciar la fe y devoción de los fieles. Nuestra Hermandad, al igual que las demás hermandades, desde sus orígenes se constituye y es erigida por creyentes, que se asocian en ésta para unirse y rendir culto a Dios.

Fieles a ello, la Hermandad durante su larga existencia a mantenido una serie de cultos internos, la mayoría, establecidos y regulados en las distintas constituciones y estatutos, de los que hay que destacar, la celebración de la Función de Estatutos, como culto más importante, en el que se conmemora la institución de la Hermandad; los celebrados con motivo de la festividad de los titulares, el día del Señor y el día de la Virgen; los realizados en memoria de los hermanos difuntos y por último, los llevados a cabo como precepto pascual durante el tiempo de Cuaresma. Es en estos, los realizados durante la Cuaresma, en los que en este artículo nos vamos a centrar.

La celebración en nuestra Hermandad de los cultos cuaresmales, tal y como hoy la conocemos, no tiene tanta antigüedad como podríamos imaginar. Estos se configuran a partir de la reorganización de la Hermandad, con la celebración de los primeros ejercicios de cultos en forma de Quinario. Hasta esa fecha, durante la Cuaresma, no se celebraban ejercicios de cultos, solo tenían lugar la Función de Estatutos que fue instaurada en tiempo de Cuaresma, por primera vez, en 1926, exactamente, en la cuarta dominica de Cuaresma (el 4 Domingo de Cuaresma), para lo cual se solicitó permiso a la Autoridad Eclesiástica y se reformaron los Estatutos, pues, hasta entonces la Hermandad venía realizando esta Función, como así estaba dispuesto en los Estatutos de 1685, el día 6 de Agosto, fecha en que la Iglesia conmemora la Transfiguración del Señor y asimismo esta Corporación celebraba la festividad del Cristo de la Puente.

Igualmente, estaba dispuesto, que esta Función de Estatutos estuviese precedida de una Misa de Comunión General, que se realizaba a las primeras horas del día, las 8 o las 9 de la mañana. Después, y con un intervalo de tiempo, tenía lugar, dicha Función. Para tal ocasión, y con algunas excepciones, las Imágenes eran trasladan al Altar Mayor del templo, que era exornado con flores y cera, revistiéndose este Altar de las mejores galas.

Así, el primer intento de realizar unos ejercicios completos de cultos fue en 1942 precisamente con motivo de la Cuaresma, aunque estos no se llevaron a cabo por celebrarse en estas fechas las Santas Misiones programadas por el Obispo. De este modo y ante tal acontecimiento, ese año solo tuvo lugar una Misa de Comunión General, a las 8 de la mañana, y a las 11, la Solemne Función de Estatutos.

Fue finalmente en 1943 durante los días del 24 al 28 de Marzo, cuando se celebró el primer Quinario en la historia de la Hermandad, eso es, cinco días cuya predicación corrió a cargo de Iltre. D. Teodoro Molina Escribano, dignidad de Chantre de la Iglesia Catedral quien durante estos días desarrolló una plásticas elocuentísimas que mantuvieron atentos a todos los fieles. Estos cultos comenzaron todos los días a las 7,30 de la tarde con la exposición de Su Divina Majestad, Santo Rosario, Letanía cantada, ejercicio de Quinario, sermón, Bendición solemne, terminando con una Salve a María Santísima. El Quinario finalizó el Domingo con la celebración a las 8 de la mañana de una Misa de Comunión General y luego a las 11 la tradicional y solemne Función de Estatutos que fue oficiada por el mismo orador. A la inauguración del Quinario asistió el Obispo, Dr. Balbino Santos Olivera quien tuvo frases encomiosas para esta Hermandad.

Los siguientes años de 1944 y 1945, se siguió realizando el Quinario cuya predicación correrá también a cargo de D. Teodoro Molina.

En la Cuaresma de 1946, se acuerda suprimir el Quinario que sé venia realizando, para destinar sus gastos a dar una comida a los más necesitados de la feligresía, celebrándose únicamente la Misa de Comunión General.

Nuevamente en 1947 se vuelven a reanudar los ejercicios de cultos con la celebración del Quinario, que debido a las obras que se venían efectuando en la capilla del Señor, se improvisó un altar donde las Imágenes fueron colocadas en un armazón formado  con las cabezas de varales del trono de la Virgen.

Ante el fallecimiento acaecido de D. Teodoro Molina, predica en este el canónigo, D. Emilio Benavent Escuin, quien fuese más tarde Obispo de la Diócesis.

Para 1948 se hacen gestiones para traer como predicador a D. José Campos, párroco de Igualeja, y sacerdote que tuvo señalados éxitos en los cultos realizados por otras cofradías, pero debido a sus compromisos, se buscará al primer predicador proveniente de otra diócesis, el jesuita de la Compañía de Córdoba, padre Trenas López, que sorprendió a todos por la elocuencia en su oratoria y las referencias a labor de nuestra Cofradía. El último día de este Quinario asistió el nuevo Obispo, D. Ángel Herrera Oria, que concelebró la Misa de Comunión General, dirigiendo una breve pero magnífica plática a los concurrentes, a quienes dio también su Bendición.

Los cultos cuaresmales de 1949 se presentara con dificultades, pues en un principio estaba previsto que estos tuvieran lugar el 8 de Febrero con la inauguración de la capilla del Señor, pero debido a la imposibilidad de que para esa fecha estuviesen concluidas las obras, se acuerda celebrar el Quinario la semana coincidente con el 4 domingo de Cuaresma. Pero de nuevo en Junta, convocada a tal efecto, el Albacea de Cultos, Miguel Hermoso Bermúdez, informa, tras haberse reunido con el Párroco, la imposibilidad de celebrar el Quinario previsto; en primer lugar, porque esos días tienen lugar los ejercicios espirituales que da el Obispo, y en segundo lugar, por no haber fechas disponibles, ya que los demás días están cogidos por las Cofradías Fusionadas para celebrar sus cultos, quedando disponibles solo los días del 14 al 19 de Marzo. De este modo en la Cuaresma de 1949 se llevó a cabo en vez de un Quinario, un Triduo que finalizaron con un cuarto día, el Domingo 19, con la Misa de Comunión General. La otra cuestión pendiente era la de verificar quien iba a ser el predicador, pues a esas alturas, casi todos los predicadores estaban comprometidos. Después de hacer gestiones con varios predicadores, ocupará la Sagrada Cátedra el padre Lorenzo, de la Orden de los Carmelitas Descalzos.

En 1950 tienen lugar en Málaga las Santas Misiones, actos organizados por el Obispo que movilizaron a casi toda la ciudad y en la que nuestra Hermandad participó activamente, montando en el garaje de la calle Casas de Campos un centro misional y procesionando a las Imágenes en un emotivo Vía Crucis. Debido a la proximidad en fechas de estas celebraciones a la Cuaresma, y a los gastos ocasionados con este motivo, ese año se suprimen los cultos cuaresmales.

La década de los cincuenta supondrán una etapa de esplendor y consolidación en la realización de los cultos cuaresmales. Así de nuevo, en 1951, se reanuda la celebración del Quinario, con no solo los cinco días propios, sino la de un sexto día, en la que tendrá lugar la Solemne Función de Estatutos. La Cátedra Sagrada corrió a cargo de D. Sebastián Balaguer, Capellán del Hospital Militar y la Misa de Estatutos fue oficiada por D.Sebastián Carrasco Jiménez, Vicario General de la Diócesis y Hermano Mayor Honorario. Como se puede apreciar, al celebrar la Función de Estatutos fuera de los días propiamente consagrados para el Quinario, aumentando con ello un día más los cultos, a partir de ese año y durante las décadas de los cincuenta y sesenta serán seis los días de culto, todo un récord.

Al año siguiente, los gastos ocasionados por las reformas y estrenos procesionales, harán que la Junta de Gobierno decida no realizar el Quinario en 1952, teniendo lugar solamente la Función de Estatutos, que se celebró curiosamente en la mañana del Domingo de Ramos, que ofició D. Francisco Carrillo Rubio, Magistral de la Catedral.

En los sucesivos años de 1953 a 1956 se seguirán efectuando los quinarios que tendrán como denominador común la celebración de unos ejercicios de cultos que se realizan en el Altar Mayor y la predicación como era costumbre en la época desde el púlpito, para una vez concluidos proceder al besapiés de la Imagen del Señor y al besamano a la Virgen, que permanecerán ambos en sus Capillas. Para tal ocasión, se engalanaba el templo y las Capillas se exornaban de flores y cera. «El templo presentaba un magnífico aspecto y más aún las capillas del Señor y de la Virgen, que merecieron unánimes elogios « (SUR, 14-3-1954) De este modo, en 1953, predicó los cultos D. Filomeno Peinador Navarro, misionero del corazón de María de la Residencia de Málaga, quien igualmente ofició la Función de Estatutos; en 1954, predicó D. Alfonso Gómez Serrano, Coadjutor de la Parroquia de San Pablo que contó con el acompañamiento musical de la coral de los «Luises», oficiando también la Función; en 1955, predicó D. Francisco Carrillo Rubio, que como novedad ese año los monaguillos estrenaron en los cultos cuatro albas de raso con roquete y capillo, actuando al igual que el pasado año la misma coral. Aunque en 1956 los deseos de la Junta era buscar para la predicación a alguien de otra diócesis, no pudo ser, y predicó de nuevo brillantemente, como era propio de él, D. Francisco Carrillo.

Al llegar a 1957, hay que hacer un alto, para destacar, el éxito, sin precedentes, alcanzado por la Hermandad con el Quinario realizado. Un Quinario que presentó un impresionante Altar Mayor, que estaba presidido por la Imagen de nuestra Virgen, y cuya predicación corrió a cargo del popularmente conocido padre Venancio Marcos, que la prensa se encargó de relatar de esta forma: «En la Iglesia de San Juan se celebra con singular esplendor el quinario en honor de sus Titulares. El éxito de público ha superado todo lo previsto, hasta tal punto, que gran número de personas tuvieron que quedarse en la calle ante la imposibilidad de entrar al templo. Dichos cultos esta siendo retransmitidos en directo a través de las antenas de Radio Juventud, para que cuantos lo deseen puedan escuchar la palabra del padre Venancio Marcos, que anoche, una vez más, cautivó al auditorio» (LA TARDE, 23/03/1957).

Como anécdota, comentar que dada la expectación levantada en estos cultos, la Hermandad tuvo que cobrar a una peseta la silla. El Quinario de 1957supuso en todos sus aspectos un antes y después en la evolución futura de la realización de los cultos generales de la Hermandad.

Esta continuidad en la celebración de los quinarios se vio interrumpida en 1958, al acordar la Junta de Gobierno, que debido a los gastos ocasionados por la realización del trono y palio de la Virgen, estos sean sustituidos por la celebración únicamente de la Función de Estatutos, que ofició nuestro Consejero de Honor, D. Francisco Carrillo.

En 1959 se reanudan los ejercicios de cultos cuaresmales con la celebración del tradicional Quinario, que en ese año predicará D.Gabriel Hernández Bautista, párroco de Ntra. Sra. de Fátima, concluyendo con la Función de Estatutos oficiada por D. Sebastián Carrasco, Prelado Domestico de Su Santidad y Deán de la Catedral. El último día de Quinario, terminado el Sermón, el padre Serna S.J. que asistió a los cultos en unión de una representación de los alumnos del I.C.E.T., hermanos de la Cofradía, dio la bendición con el Santísimo a los fieles y finalmente entonó una salve a la Virgen. Al igual que en el año de 1957, la Virgen presidió el Altar Mayor en el que se levantó un magnífico altar colocándose en este la novedad como dosel el techo y bambalina del palio de la Virgen. A estos cultos asistió todos los días el Gobernador Civil y Hermano Mayor Honorario, D. José García Rodríguez-Acosta, quien acompañado de su familia ofreció a su recién nacida hija a la Virgen.

La Cuaresma de 1960 y 1961 tendrán como mismo predicador a D. Marcial Moreno Seguí. Estos años se adornará el Altar Mayor y nave central de la Parroquia pero los Titulares permanecerán en sus respectivas capillas, que fueron adornadas profusamente con flores y cera.

Como era costumbre, estos cultos comenzaron a las 8 de la mañana con una misa en la Capilla del Cristo para proseguir a la 8 de la tarde, con los ejercicios propios de Quinario, concluyendo con Salve a la Virgen y besapiés al Cristo. En ambos años los cultos terminaron en Domingo con Misa de Comunión General a primeras horas de la mañana y después con la Función de Estatutos que fueron oficiadas en 1960 por D. José Carrasco Panal, párroco de la Iglesia de San Juan; y en 1961 por D. Francisco Carrillo. Relatar que al finalizar los cultos de 1960, la Hermandad quiso clausurar estos con una obra de caridad, ofrecido un suculento almuerzo a las niñas de las escuelas parroquiales de San Juan.

El Quinario de 1962 es otro que merece sobremanera resaltar. Para la ocasión se monto sobre el mismo presbiterio otro magnífico altar, quizás este de mayores proporciones y elegancia que el de 1957, al encontrarse el presbiterio y Altar Mayor de la Parroquia exornado majestuosamente con enseres procesionales. (Ver, comentario foto Quinario 1962). La Cátedra Sagrada fue realizada por D. Manuel Gámez López, nuestro actual Consejero de Honor, que será la primera vez que predicó unos ejercicios de cultos para la Hermandad.

En 1963 también se llevará a cabo el Quinario, aunque debido al mal estado en que se encuentra el templo, se opta finalmente porque este se realice, pero permaneciendo las imágenes en sus Capillas. La predicación corrió a cargo del párroco de la aldea del Morche, Rvdo. padre Aguilar.

1964 será el último año en que la Hermandad celebrará los ejercicios de cultos cuaresmales, pues hasta once años después no volverá a realizarse este tipo de cultos. Así fue, en 1964 se realizó el último Quinario que ha celebrado la Hermandad, cuyo predicador fue de nuevo, D. Manuel Gámez, finalizando estos, el Domingo con la Función de Estatutos, oficiada por D. Francisco Carrillo.

Entre 1965 y 1974, la Hermandad celebrará únicamente durante la Cuaresma como precepto pascual, la Función de Estatutos, que estuvieron oficiadas primeramente, por D. Francisco Carrillo hasta su fallecimiento en 1971 y posteriormente por D. Manuel Gámez.

La excepción de esa década la constituyen los años de 1975 y 1976. En el primer año, 1975, se recupera la celebración de los ejercicios de cultos cuaresmales con la realización de un solemne Triduo (tres día), que durante los dos primeros la Cátedra Sagrada corrió a cargo de D. Manuel Gámez, actuando la Coral Santa María de la Victoria. Curiosamente este año este terminaría en Sábado y no en Domingo como era costumbre, en la que tuvo lugar una Misa cantada de estilo flamenco que ofició el Canónigo de la Catedral, D. Miguel Rojo Barranco y que la prensa así dio cuenta: «Un grupo de hermanos dirigidos por su Hermano Mayor, don Francisco Hermoso, han llevado a cabo un magnífico montaje del altar mayor donde se venera ahora y con motivo de estos cultos, la Virgen de la Paloma. Todo él exorno y ornamentación constituyen una verdadera muestra de arte y buen gusto, que, merecidamente, llama la atención. Cuantos acuden a San Juan quedan sorprendidos de esta obra cofradiera... La Iglesia presentaba un aspecto deslumbrante, resultando insuficiente para dar cabida a la enorme cantidad de público, cofrades y representaciones que asistieron». (SOL DE ESPAÑA, 7/10-3-1975). (Ver comentario foto Triduo 1975).

Al siguiente año, 1976, se vuelve realizar el Triduo, presidiendo de nuevo en el Altar Mayor cubierto con un dosel de color rojo, la Imagen de la Virgen. Como novedad este año el triduo fue predicado, cada día, por un sacerdote. El 1º día lo hizo el Obispo, D. Ramón Buxarráis Ventura, primer Prelado que desde la reorganización viene a predicar unos ejercicios de cultos, predicación que tuvo un marcado acento social. Debemos resaltar la importancia de la presencia de D. Ramón y el momento en el que vino a predicar, cuando las relaciones entre el Palacio Episcopal y las cofradías no pasaban por el mejor momento y en un contexto político-social difícil para España; hacía apenas solo tres meses que había fallecido el anterior Jefe del Estado y existía un clima de justificada inquietud.

Los siguientes días del Triduo corrieron a cargo de D. Manuel Gámez y de D. Amalio Horrillo, párroco y Director Espiritual de la Hermandad. Como se verá esta formula de cada día, un predicador, será utilizada con frecuencia durante la década de los ochenta y noventa.

Con la inauguración el 1 de Noviembre de 1980 de la nueva Capilla para la Virgen en la iglesia de San Juan, la Hermandad acuerda cambiar en adelante la fecha de conmemoración de la festividad de María Stma. de la Paloma trasladándola del 15 de Agosto al 2 de Febrero. Para darle más realce a esta festividad, se organizan algunos actos como la presentación de los niños y la celebración de un Triduo a la Virgen. La realización durante algunos años (1981-1985) de este triduo, fue un inconveniente para la realización de los cultos cuaresmales, que debido a la proximidad de este con el comienzo de la Cuaresma, hizo desistir a la Hermandad de celebrar dos cultos (los dedicados a la Virgen y el de Cuaresma) en tan poco espacio de tiempo. (Libro de Actas de Juntas, 1984).

A finales de 1985, se puso de manifiesto la necesidad de recuperar los tradicionales cultos cuaresmales, eso sí, con el esplendor acostumbrado por esta Hermandad. Para ello se hicieron gestiones para traer como predicador, nada más y nada menos, que al Arzobispo de la Diócesis de Sevilla, Monseñor Carlos Amigo Vallejo, desplazándose una comisión integrada por el Hermano Mayor, Teniente Hermano Mayor y Secretario a Sevilla. Tras contactar y viendo lo adelantadas que se encontraban las fechas, no pudo confirmar su presencia (Ver, Archivador Año 1985, Sección Cultos), por lo que lo que se decidió visitar al párroco de San Isidoro de Sevilla, D. José Luis Peinado Merchante, Pregonero de la Semana Santa de 1985 de esa ciudad con el fin de hacerle compromiso para oficiar los cultos cuaresmales, aceptando la invitación.

Así pues, fue en 1986 cuando se acordó suspender el Triduo de la Virgen y trasladar este a la Cuaresma para celebrar en su lugar los tradicionales cultos cuaresmales, con el que se recuperará definitivamente estos, no en la forma de Quinario como antiguamente, sino como Triduo, concluyendo siempre con un cuarto día, que a diferencia de como era preceptivo, se sustituye la tradicional Función de Estatutos para celebrar en su lugar la Función Principal de Instituto, acto cuya finalidad era la misma que la de Función de Estatutos, pero cuyo origen tiene lugar en los cultos de las hermandades de Sevilla. Este tipo de celebración cuaresmal será la que se llevará a cabo hará hasta mis días. De esta forma en 1986, tuvo lugar un solemne Triduo cuya Cátedra Sagrada estuvo ocupada por D. José Luis Peinado Merchante, que sorprendió a todos por su verbo fácil y gran elocuencia. La parte musical fue llevada por la Coral Santa María de la Victoria, dirigida magistralmente como le es propio, de nuestro Consejero de Honor, D. Manuel Gámez. Igualmente sé a de mencionar el conjunto que presentaba él exorno del Altar Mayor, con una construcción y estilo de cierta influencia sevillanista. La novedad la pusieron la presencia de un grupo de acólitos vestidos con dalmáticas portando ciriales, los cuales eran dirigidos por la figura del Pertiguero, cuya actuación, teniendo en cuenta la novedad de la misma, revistió dicha celebración de gran solemnidad, siendo muy comentada en el mundo cofrade.

De ese lustro, destacar sin duda alguna, el triduo de 1987, realizado coincidentemente con la celebración de los 350 años de historia de la Hermandad. Para tal ocasión se configuró un enorme altar que ocupaba gran parte del presbiterio sobre las cuales figuraban juntas por primera vez las dos Imágenes Titulares, acompañadas también por primera vez, de la figura de un San Juan, cedido por la Hermandad del Calvario. (Ver comentario foto Triduo 1987). La predicación al igual que el año anterior, que fue del agrado de todos, recayó de nuevo en D. José Luis Peinado Merchante.

Los siguientes años se prosiguieron levantando sobre el presbiterio del Altar Mayor de la Parroquia efímeros altares sobre los cuales presidió a partir de entonces la nueva y actual imagen del Señor de la Puente. No menos fueron los predicadores que ocuparon la Cátedra Sagrada: en 1988, se empleo la formula ya utilizada en 1976 de un predicador para cada uno de los días de triduo: el 1º D. José Mª Ortega Muñoz, el 2º D. Amalio Horrillo Coronil y el 3º D. Francisco Castro. Como se puede comprobar se quiso que para este triduo predicaran los últimos párrocos en vida; en 1989 la hermandad de nuevo y al igual que en 1986-87 apostó por traer para realizar la predicación a alguien de fuera de la Diócesis, en esta ocasión al padre Fray Ricardo de Córdoba, Franciscano-Guardián del Convento del Santo Ángel de Córdoba, cofrade donde lo haya, que gustó por su profunda expresividad que cautivó a todos; en 1990 se buscó al Canónigo D. Vitoriano Planas López.

A partir de 1991 la celebración de estos cultos va a sufrir alguna variante, al no realizarse ya en el Altar Mayor. Las obras llevadas a cabo en el retablo y presbiterio del templo, la prohibición hecha por el párroco para que se monten altares sobre el mismo, serán los condicionantes de este cambio que tendrán como nuevo escenario, la Capilla de la Virgen, que dado su emplazamiento presidiendo una de las naves del templo será más apropiada que la del Cristo para llevar a cabo este tipo de cultos, en la cual figurará, durante el primer lustro de esa última década del siglo; un montaje de altar de construcción y composición similar a los pasados, aunque, por el espacio de la misma, de dimensiones más reducidas al tenerse que limitar a la propia Capilla. Así pues, en 1991 se trasladó la imagen del Señor a la Capilla de Virgen y viceversa, y aprovechando el escenario de la capilla se colocó delante del retablo, el dosel utilizado desde la bendición de la nueva imagen del Señor, y la mesa de altar se cubrió con un frontal de los faldones del trono del Señor. La Virgen, en la capilla del Señor, fue vestida de hebrea. La Sagrada Cátedra tuvo como titular a D. Francisco García Mota, primera vez que nuestro actual Director Espiritual (entonces no lo era) predica unos ejercicios de cultos completos a la Hermandad.

Para el Triduo de 1992 se cubrió en su totalidad el retablo de la Capilla, con un cortinaje color rojo, figurando delante, el mismo dosel y altar del año anterior, desde el que volvió a presidir la imagen del Señor de la Puente, todo un conjunto cuya característica principal fue el cambio sustancial que presentó la Capilla, al estar oculto el retablo. La predicación de estos cultos corrió a cargo de D. Manuel Gámez.

Los siguientes años de 1993 y 1994 se siguió continuando montando en la capilla el mismo altar, quizás lo más destacable de cada uno de esos años fue el estreno en el Triduo de 1993 de la nueva túnica de tergal color púrpura, que favoreció mucho la imagen del Señor con el tiempo de recogimiento y penitencia de la Cuaresma; y del Triduo de 1994, la mejora de la ornamentación del altar y del dosel, al que se le incorporó unas pirindolas doradas y el escudo de la Hermandad en la cornisa a modo de crestería, tal y como hasta últimos triduos se ha presentado. En los citados años tuvieron como predicadores en 1993 a D. Francisco García Mota, ya como Director Espiritual, y en 1994 se utilizó la formula, ya empleada, de un predicador para cada día de Triduo, que fueron respectivamente, D. Manuel Gámez, D. Francisco Castro y D. Francisco García Mota.

El último año de permanencia de la Hermandad en la Iglesia Parroquial de San Juan, 1995, se varió consustancialmente instalándose un dosel color rojo que albergaba todo el fondo de la Capilla, en la que se colocaron, al igual que ya se hizo en el triduo de 1987, las imágenes Titulares y un San Juan, esta vez cedido por la Hermandad de la Polliníca.

En Octubre de 1995 se produce el cambio de sede canónica. La consagración del nuevo templo en la plaza de San Francisco, como sede propia de la Hermandad, supone un cambio en lo que se refiere a la organización de los cultos, porque si bien, estos efímeros altares por el espacio de la misma ya no tendrán la amplitud que albergaba el Altar Mayor de la iglesia de San Juan, su propia organización no estará supeditada a los cultos o agenda de la parroquia.

De este modo, los primeros ejercicios de cultos que se efectuaron en la actual Capilla, no fueron con motivo de la Cuaresma, sino en Febrero de 1996 convocado en conmemoración de los actos del 25 aniversario de la bendición de la Virgen. Al mes siguiente, se llevó a cabo el correspondiente Triduo de Cuaresma, si esta ya, el primero celebrado en la nueva sede, cuya Sagrada Cátedra corrió a cargo el 1º día, del padre dominico, D. Agustín Turrado y los posteriores días, por el Director Espiritual D. Francisco García Mota, quién también ofició la Función Principal de Instituto. El Altar fue el mismo utilizado para el Triduo celebrado en conmemoración del 25º aniversario de la bendición de la Virgen, que permaneció expuesto, con la excepción del techo del palio de la Virgen usado como dosel, que fue cambiado por el dosel portátil utilizado en cultos anteriores. Arriba se alzaba la imagen del Señor de la Puente, que fue la primera vez que presidió en el Altar Mayor, y ocupando el Altar en el que ordinariamente recibe culto el Cristo, la imagen de la Virgen. (Ver foto y comentario en esta página). A partir de entonces y hasta la fecha esta será la ubicación que tendrán los Titulares durante estos cultos, siendo la imagen del Señor la que presidirá todos lo cultos cuaresmales.

El año 1997 la Junta de Gobierno optó por repetir, trayendo para la predicación de los cultos de ese año, al fraile-cofrade, Fray Ricardo de Córdoba, quien ya predicó en el Triduo de 1989 y que al igual que aquel año volvió con su don de palabra a ganar la voluntad de todos. Para estos cultos, sobre el Presbiterio fue montado un efímero altar en el que se añadieron gradas y pedestales revestidos de terciopelo color burdeos, adornados con candeleros y ánforas sobre el que volvía a lucir el tradicional dosel empleado para estas funciones litúrgicas.

Este conjunto de altar con las razonables variaciones en la ornamentación de cirios y flores, será el mismo montaje utilizado durante estos últimos cinco años. Con respecto a los predicadores, destacar que con las excepciones del año 2000, en que predicó, el párroco de la iglesia de los Dolores y San Álvaro del Puerto de la Torre, don Alejandro Escobar Morcillo, y del primer día de Triduo del año 2001 en que se pudo contar con la presencia del Vicario General, D. Francisco Parrilla; todos los demás años: 1998, 1999, 2001 y 2002 la predicación estuvieron a cargo de nuestro actual Director Espiritual, D. Francisco García Mota.

Estos han sido los cultos cuaresmales celebrados desde 1943 por esta Hermandad. Un total de 17 quinarios y 19 triduos, en los que ocuparon la Sagrada Cátedra 27 predicadores, alguno de ellos, muy recordados por su oratoria y elocuencia que supieron ganarse dirigirse al ámbito cofrade. También contamos con algún Prelado que vino a predicar como el Obispo, D. Ramón Buxarráis, algo que si bien es normal en otras Diócesis, y con la asistencia de los obispos D. Balbinos Santos y de D. Ángel Herrera, cuya presencia fue muy esperada.

Para estos cultos, la Hermandad además de haber tenido a gala el contar en su nómina con buenos predicadores, siempre prestó una especial atención para que en estos cultos las Imágenes estuvieran lo mejor ornamentadas y exornadas, montando grandes altares para rendirles el mejor de los cultos.

El montaje de estos alteres, ha sido desde tiempos inmemorables una forma propia en que las hermandades y cofradías han tenido de tributar y escenificar el culto interno a sus imágenes.

Por eso, cuando desde determinados sectores de nuestra Iglesia se cuestiona la utilidad de estos montajes, debemos recordar que con estos efímeros e impresionantes altares revestidos de las mejores galas; doseles, pedestales, enseres de culto y procesión, etc., las hermandades han intentado e intenta atraer y llamar la atención de los hermanos y fieles, contribuyendo con ello a otra catequesis plática de la que nuestras corporaciones nazarenas a lo largo de su dilatada historia tanto han sabido hacer.